sábado, 10 de marzo de 2018

EL GAUCHO JOSÉ LUIS MOLINA

“El Gaucho Molina”

Francisco Ramos Mejía -porteño de nacimiento-, había viajado a estudiar a la Universidad de Chuquisaca, en el alto Perú. En su estada en esas tierras conoce y se enamora de una señorita de acaudalada familia y de la alta sociedad de esa ciudad, María Antonia Segurola, hija del Gobernador de La Paz. Con ella se casa en 1809, recibiendo una importante dote matrimonial que habrá de invertir en la campaña porteña.
Por esa época toma conocimiento de primera mano, de lo que fue el ajusticiamiento -unos 25 años antes- del líder indígena Tupac-Amarú, cuyo sufrimiento lo impresiona sobremanera, y le hace ver la realidad de los oprimidos pueblos nativos, con una visión opuesta a la de los represores ibéricos.
Al regresar al Río de la Plata, además de adherir al movimiento revolucionario, se propone gestionar tierras fiscales al sur del Salado, para lo cual debe denunciar la existencia de tierras baldía, y solicitar se le concedan, permitiéndosele poblarlas.
Para concretar dicho propósito viaja al desierto personalmente, acompañado de solo cinco hombres de su mucha confianza, uno de ellos, el personaje que nos proponemos evocar, “El Gaucho” José Luis Molina, baqueano y lenguaraz, quien le hace de guía y de intermediario en el trato con los indios.   
De Molina se desconocen datos de su nacimiento, aunque se lo estima nativo de Chascomús, y poco se sabe de él antes de esta situación que lo introduce en la historia; algunos investigadores han arriesgado la teoría de que fue miembro del Cuerpo de Granaderos a Caballos del General San Martín, y que como tal combatió en las luchas por la independencia, pero no se ofrece una firme documentación que lo avale.
Ramos Mejía, no se posesiona porque sí en las tierras que elije; se apersona -Molina mediante- ante la tribu de la zona y ofrece y entrega al cacique $ 10.000 fuertes a cambio de ellas; luego debe pagarle al gobierno el precio que éste le pide para venderle la sesenta leguas cuadradas que solicita, unas 150000 Has. Pero esa primera actitud suya de comprarle a los naturales, lo posiciona muy bien con éstos, a quienes atrae para que se establezcan en los campos mismos de la estancia, a la que denomina “Miraflores” en honor a la finca de la familia de su esposa en tierras de La Paz, así llamada. Dicha estancia se ubica en lo que hoy es partido de Maipú.
También convoca a los aborígenes para que trabajen con él, empezando a enseñarles el manejo de rodeos y los rudimentos de la agricultura, mientras que su esposa extiende la tarea de asimilación a los usos cristianos, enseñándoles a las mujeres, diversas artesanías.
“El Gaucho” Molina queda allí conchabado como capataz.
Ya que dijimos usos cristianos, Don Francisco, al modo de los Jesuitas, trata de inculcarles la fe cristiana, y para esto les da charlas, bautiza y casa a los miembros de la tribu que va incorporando al conocimiento de Dios, pero claro… él no era sacerdote, y al tiempo que su prestigio aumentaba y se extendía por la zona, en la gran aldea de Buenos Aires comenzaron a sospechar de su poder en expansión, tratándolo de hereje y suponiendo que en esa estancia que nunca era alcanzada por los malones, se organizaban los mismo.
En definitiva en 1821, el gobernador Martín Rodríguez, organiza una expedición a las tierras del sudeste, y en “Miraflores” toma prisionero a Ramos Mejía, remitiéndolo detenido a la otra estancia que éste primero había poblado en las vecindades de Bs. As., llamada “Tapiales” (lo que hoy sería ‘reclusión domiciliaria’).
 Mal presente le aguarda a todos aquellos, criollos e indios que lo acompañaban, ya que tomados primeros fueron indiscriminadamente -hombres y mujeres- asesinados, lo que hizo que todos los que pudieron escapar, volvieron a sus antiguos asentamientos junto a los caciques Ancafilú, Neuquipán, Antonio El Grande, Landau, Cachul, Tacumán, Maicá, Trinin y Pichimán, y con ellos “El Gaucho” Molina, quien al casarse con la hija de Neuquipán, gana en prestigio y respeto, siendo considerado un jefe más.
El 30 de abril de ese mismo año, esos caciques, con Molina al frente de 1500 lanzas, como en venganza a lo antes acontecido, asolan la Guardia de Kakelhuincul y destruyen la joven población de Dolores, fundada cuatro años antes y por eso considerada “el primer pueblo patrio” (1) , alzando gran cantidad de hacienda.
No será éste el único malón en el que “El Gaucho” intervenga, pero en una entrada que encabeza el 8/11/1825, es derrotado en la Laguna del Arazá (actual partido de Castelli), y a raíz de la muerte en dicho entrevero, del Cacique Ancafilú, cae en desgracia al ser sospechado de traidor, y debe nuevamente huir para salvar su vida, volviendo ahora al bando ‘cristiano’.
Según el escritor de 25 de Mayo, Don Ubaldo Larrañaga, a paso seguido Molina se presenta al Juez de Paz Don Juan Cornet, hombre de confianza de su ex patrón Ramos Mejía; el Juez lo envía detenido al Fuerte Independencia en Tandil, donde pide se lo indulte, y Rivadavia, buscando contar con sus amplios conocimientos sobre esos vastos territorios y de la vida tribal, se lo concede, asignándolo, como Capitán de Baqueanos a la División del Cnel. Rauch, con el que participa en dos expediciones a los toldos a fines de 1826 y febrero de 1827.
Un mes después, en el acto siguiente, lo encontramos en la Gesta de Patagones ocurrida el 7/03/1827, donde tiene una destacada participación junto a los 22 paisanos que lo acompañaban y a los que se conoce (desconocemos el por qué), como “los tragas” de Molina, quienes logran empujar a las fuerzas imperiales a los montes y pastizales costeros del Río Negro, a los que prenden fuego, logrando una derrota total del enemigo.
Según noticias que brinda el investigador patagónico Pérez Morando, esos hombres que lo acompañan y siguen fielmente, se llamaban: sargento José María Molina, cabos José María Albarito (Albertio) y Lorenzo Gómez, y los soldados Cornelio Medina, Juan Bautista Montesina, Dionisio Gómez, Juan Leguizamón, Julián Álvarez, Santiago Ventena, Miguel Rivera, Casimiro Marín (Martín), Francisco Delgado, Inocencia Peralta, Jorge Arrioca, Manuel Gamboa, Policarpo Luna, Santos Morales, Manuel Pérez, Raimundo Ramayo, Juan P. Rojas y Gregorio Ramírez.
Tras estos sucesos, para la época que es fusilado Dorrego (12/1828), “El Gaucho” Molina aparece revistando a órdenes de Juan Manuel de Rosas, donde, según Larrañaga, encabezaba una fuerte división integrada por desertores, gauchos alzados e indios amigos.
Un año después, Rosas lo asciende al grado de Coronel de Caballería, destinándolo Jefe del Regimiento 7 de Milicias de Caballería.
El 1830 muere en Tandil, se supone que víctima de envenenamiento. Sus restos fueron trasladados a Chascomús, donde con honras militares propias de su grado, y misa de cuerpo presente, fue despedido. Curiosamente la misa fue pronunciada por el Presbítero Francisco de Paula Robles, el mismo que era cura párroco en 1821 en la Capilla de Dolores, cuando el pueblo fue asolado por el malón que encabezó.
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Cuando en enero de 2010 pude llegarme, invitado por Jorge Vega, a Viedma y Patagones, aproveché para visitar al paisano patagones, cantor, músico, recopilador, investigador y soguero, Ángel Hechenleitner, quien en una sala de su casa, pegada al cuarto en donde trabaja en sogas, tiene montado el Museo privado “Gaucho Molina”, con referencias sobre su historia.
Molina y Rivero (“El Gaucho de las Malvinas”), son dos personajes similares un tanto resistidos por los historiadores académicos, por no encontrarse documentación que avale fehacientemente la autenticidad de sus luchas.
La Plata, 8/03/2018

(      (1)  Primer pueblo fundado después de la Declaración de la Independencia, el 9/07/1816 (en 2017 festejó su Bi Centenario).

Bibliografía

. José Luis Molina – baqueano, por José F. Selva, en “Quien fue Quien en Dolores”
. El Gaucho Molina, por Ubaldo Larrañaga (1998) Publicación artesanal Municipalidad de 25
  de Mayo
.El gaucho Molina y sus “tragas”, por Héctor Pérez Morando, en “Río Negro on line” 3/2008

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