miércoles, 5 de julio de 2017

CHARRÚA (Charla 3)

AM 1520 Radio Chascomús – Audición “CAMPO AFUERA”
Micro Nº 3 – 05/07/2017

Antes de salir “campo afuera” pa’ poder tender la vista mirando lejos, dende’l banco chueco en el que estoy sentao, vamos a ver si le arrimamos unas “astillas” al “Fogón de los Poetas”.

A lo largo de su vida, Gualberto Gregorio Márquez, “Charrúa”, publicó cuatro libros: “Campo y Cielo” en 1938, “Sentir lo Argentino” en 1943, “Con Todo el Lazo” en 1948 y “Rastrilladas” en 1962. A excepción de “Sentir lo Argentino”, todos los demás estuvieron ilustrados por el pintor criollo Jorge Daniel Campos (primo hermano de Florencio), y, salvo el primero que contó con unas palabras introductorias del propio autor,  los tres libros restantes tuvieron prólogo, y el mismo siempre fue redactado por Amancio González Paz, quien solamente una vez lo llama por su nombre y apellido en “Sentir lo Argentino”, por lo que mayoritariamente siempre se habló de “Charrúa”, así a secas.
Es bueno enterarnos de cómo llegó a su primer libro, y para saberlo recurrimos a sus propias palabras y así nos dice que: “Jamás pensé en compilación alguna, pero debí ceder a las insistentes exigencias de mis buenos amigos Alejandro Lanús Montes de Oca y Pastor N. Lindquist (…) Éste último se entregó a la tarea de recopilar (…) y así mis versos tomaron forma escrita…”.
También habla de quien fuera la madrina de “Campo Cielo”, la poetisa Laura Piccinini de de la Cárcova, de quien dice recordar que le dijo: “Acérquese, Charrúa, a este fogón amigo desde ya, que la leña está bien seca y no ha de hacerle llorar la vista. A su calor pueden dorarse sus estrofas, que para mí son bellas y no deben quedar ignoradas”.
Y finalmente, concretando esa intención, “…un grupo de entusiastas amigos que me escuchaban siempre me transmitieron su propósito de obsequiarme con la edición de este libro, para que mis versos cumplieran su destino…”.
Ese primer trabajo -que apareció con el sello de “Librería y Casa Editora de Jesús Menéndez”-, contenía tres de los versos que lo trascenderían porque fueron musicalizados y los cantores los llevaron por distintos caminos, me refiero a: “El Desafío”, “Temblando” y “Tata no quiere”.
Curiosamente, de ese libro -que se integraba con cuarenta y cinco composiciones poéticas-, veinticinco se repitieron en el segundo, que totalizó setenta y un temas.
Como siempre estas charlas la cerramos con un verso, tentado estoy ahora de ofrecerles los ocho cuartetos de “Temblando”, bello y delicado poema que nos habla del amor, de la pureza del mismo en un marco de total naturaleza.
Le rogamos a los oyentes que se olviden del vals, para escucharlo ahora como fue en un principio: un poema, y notarán también algunas diferencias con las versiones grabadas.

Dice entonces:
(el poema se puede leer en el blog "Antología del verso campero")

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