domingo, 28 de mayo de 2017

APERO

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 29 – 28/05/2017

Con su licencia, paisano! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos “Decires de la campaña”.

Apero: llamase así, a todas las pilchas que se usan para ensillar un caballo, la suma de lo que comúnmente llamamos “juego de cabeza”  y “lomo o recado”.
480 años atrás, en nuestros orígenes, solamente ensillaban los conquistadores, y estos habían traído de la vieja Europa los dos estilos -o las dos escuelas-, en uso por esos pagos: “la silla de jineta” y la de “brida o estridote”. La primera, que era cuadrada y muy fuerte, contaba de altos borrenes o arzones adelante y atrás, lo que hacía que el jinete quedaba como encajado en la misma, con una estribada muy corta; “la de brida”, según Don Justo P. Sáenz, tenía bajo el fuste posterior, un pequeño pomo de arzón, el asiento bien mullido y los estribos largos, de manera que el jinete estribaba como nuestros criollos.
Dice Agustín Zapata Gollán en su historia de “El Caballo y el Recado”, que la silla de altos borrenes fue, “la silla de cabalgar de los conquistadores; y fue también la jineta la silla usada por los mancebos de la tierra (o sea los primeros criollos) que con Juan de Garay bajaron del Paraguay en 1573, a fundar la ciudad de Santa Fe…”, que luego se allegarán hasta las costas del Plata para fundar definitivamente a Buenos Aires trayendo los primeros arreos.
Ciento y pico de años después, ya definida la figura del gaucho, compondrán el apero: cabezada, riendas, freno, bozal, cabresto, y todas las pilchas necesarias del lomillo: bajeras, matras, caronas, casco o silla, estriberas y estribos, encimera y cincha, cojinillo, sobrepuesto y cinchón; debiendo sumarse la manea, maneador, lazo, boleadoras, espuelas y rebenque. Todos elementos necesarios para cabalgar, sobrevivir en grandes extensiones, y poder hacer la noche.
Según Octavio P. Alais (n. 1850 – m. 1915), lo apuntado corresponde a “un apero sencillo, aunque también los hay de mucho lujo, de grandes chapeaos, como antes solía decirse, esto es, cubierto de plata pura, con grandes pretales también de plata, y espuelas inmensas del mismo metal que se llamaban nazarenas. (pero) basta conocer el apero sencillo, el que el gaucho necesita para sus trabajos del campo y que le es indispensable”. “El apero es la montura de trabajo; y hay que dejar establecido que tiene su originalidad americana, su sello propio”.
Con el paso del tiempo y la mestización del caballo, el lomillo se reemplazó por los bastos partidos, sistema que permite ajustar la separación a los bastos, adecuándolos al ancho del lomo del caballo a ensillar.
Los otros dos cambios importantes son el achicamiento de las caronas, y el reemplazo de las matras por los mandiles, esto porque ya el hombre no necesitaba tender el recado para hacer cama.

Para ilustrar poéticamente algo de lo que hemos contado, recurrimos a Borís Elkin: 

("Recado" de Boris Elkin, se puede leer en el blog "Poesía Gauchesca y Nativista")

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