miércoles, 26 de abril de 2017

ASTILLAS DE WENCESLAO (Charla 4)

AM 1520 Radio Chascomús – Audición “CAMPO AFUERA”
Micro N° 4 – 26/04/2017

Antes de salir “campo afuera” pa’ poder tender la vista mirando lejos, dende’l banco chueco en el que estoy sentao, vamos a ver si le arrimamos al fogón de los versos, unas “astillas de Wenceslao”.

La semana pasada, cuando compartíamos las décimas de “Modestia Aparte”, veíamos que el autor o el personaje de la obra -a nuestro entender el mismo Wenceslao-, habla de sus condiciones en la vida campera, y también de sus apetencias y habilidades en distintos juegos propios de la vida rural, entre los cuales está el de la taba, y decía: <…en la taba soy certero y muy cebao a ganar, durísimo de aguantar cuando el güeso es de mi gusto. De ver plata, no me asusto cuando me afirmo a “clavar”>.
No esta la única vez que se enanca en ese tema, pues ya en “De Cuero Crudo”, libro publicado a mediado de los años ‘50, en los cuartetos de un sentido versos titulado “Taba”, también reflexiona: “¡Por vos robé baguales entrerrianos, / pasé cien contrabandos pa’ mi Patria, / copé paradas sin tener ni un peso / y pelié sin razón, por vos, malvada!”. Se ve que sabe bien que es la taba y cuales las consecuencias de aficionarse a ese juego.
Por otro lado, lo dicho en ese cuarteto, donde vuelve a hablar de tropear yeguarizos y de contrabandear en la frontera argentina/uruguaya, hace que inmediatamente lo relacionemos con lo mucho contado en “Diez Años Sobre El Recao”, donde nos cuenta también de juegos de monte, de riñas de gallos, de cuadreras y parejeros, y por supuesto: de jugadas de taba!
En más de una ocasión alardea de “las 22 clavadas”, lo que nos hace suponer que era el propio Wenceslao el habilidoso con el “güesito” o “la baya”, como la nombra en sus décimas.
El verso que hoy nos motiva este comentario, “Ni Amor Ni Juego”, tiene ambientado su desarrollo en la provincia de Entre Ríos, y a ojos e interpretaciones de hoy, es bastante cruel con la mujer, al ponerla como objeto de disputa; pero cierto es también, que siendo dos hermanos, o dos amigos “como hermanos” los que se juegan su amor, lo hacen de tal modo para no dirimir supremacías chocando el filo de los aceros con lo que, además,  hubiesen puesto en juego sus vidas, que eran las de dos hombres que se respetaban y apreciaban.

Hay que analizar las evocaciones que hace antes de recalar en lo trágico del juego, esa última tenida que lo marcó para siempre, como buscándole explicación a lo inexplicable que le resulta, pasado el tiempo, no entender ni convencerse por qué, siendo tan seguro en el tiro y en la clavada, hubo fayado en la circunstancia más crucial de su existencia, cuando más que nunca necesita tener de su lado a la malhadada suerte.
(Las décimas de "Ni Amor Ni Juego" se pueden leer en el blog "Antología del Verso Campero")

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