domingo, 24 de enero de 2016

LITERATURA GAUCHESCA

Cuando hablamos de literatura gauchesca (o “la gauchesca”, según se quiera), los que estamos en el tema, sabemos que anda “vivita y coleando”, pero también sabemos que su vida discurre por huellas paralelas a la de la cultura oficial, o a la que transcurre por los aconteceres de las grandes editoriales y las importantes librerías.
En los distintos niveles educativos, poco se enseña sobre literatura gauchesca… diríamos que casi se la desconoce… o se la ignora, a lo sumo un repaso de los clásicos de los clásicos: Hidalgo, Del Campo, Ascasubi, Hernández, Güiraldes…
Hoy por hoy hay una sola editorial preocupada por el tema: Letemendía. Todo lo que los muchos cultores abordan al respecto, es por emprendimientos personales o “autoedición” como suele definirse, en un 85 o 90%.
A raíz de dicha situación es que a falta de mejores maestros o ejemplos, cada vez que nos invitan abordamos charlas sobre el particular.
Y así fue que en un momento dado llegó la propuesta: “¿Por qué no hacés un taller sobre poesía gauchesca”, y aunque personalmente -por antiguo, quizás- “taller” me remite a mameluco azul engrasado y auto roto, acepté el desafío, y durante tres sábados de julio del año pasado, en Cañuelas, en un cómodo salón de la Biblioteca Popular “Sarmiento”, con la organización de Carlos Gallardo a través de su audición “Fogoneando” de AM 1560 Radio Antena, de Lobos, nos estuvimos reuniendo con un puñado (escribí “un puñado” no “un montón”), de interesados en conocer los pormenores que hacen a la historia del la poesía gauchesca, sus formas estróficas, las métricas y las rimas, con la intención de aportar ayudas que los hagan mejorar en su escritura, sobre todo, porque los temas de rimas y métricas son fundamentales para quienes desean participar en certámenes poéticos del género. Y como he estado vinculado a los mismos desde 1980, ya sea en condición de participante, organizador, coordinador y/o jurado, tenía la experiencia de como muchas veces, por pequeños -insignificantes, problemas si se quiere- queda descartado un tema, hice entonces hincapié en esas tres reuniones, en cómo pulir esas cuestiones y por ende, optimizar la producción poética.
Interesantes poetas como Luis Balbo y Néstor Enzo Mori, buenas promesas como Susana Gutiérrez Calderón,  y también la poeta y narradora infantil Chola Rizzi, sin olvidarme del Director de la biblioteca, Juan Manuel Rizzi, que se “prendió” con mucho interés y criterio, fueron quienes, entre otros, me ayudaron a hacer gratas las reuniones en las que por supuesto no faltó el mate, y en las que hablaba y ejemplificaba en un pizarrón, por espacio de dos horas en cada reunión.
Bibl. Popular Sarmiento, Cañuelas - 2013 -
Entrega de certificados de asistencia
        
Ahora acabo de repetir la experiencia, nuevamente en un salón de la Biblioteca Popular Sarmiento”, pero esta vez de Chascomús, con organización de la directiva de esa institución, y en la ocasión el “puñado” ya se transformó en “dos puñados”, y aunque en vez de tres reuniones hicimos dos, estas fueron de casi 3 horas cada una.
Hay interés, la gente tiene interés en escribir versos gauchos o en mejorar los que ya hace, perfeccionarlos; solo falta que se les dé las posibilidades.
Si esto se hiciera metódicamente, ¡qué bien le haría a nuestras letras gauchas!, porque ¡cuánta falta nos hace revalorizar esta expresión!, decir poético que nos ha dado la identidad de un género único en esta América del Sur, donde lo compartimos con los uruguayos, como que constituimos una misma identidad cultural de raíz gaucha. Se ha dicho que la gauchesca ha sido la “gran creación literaria del S. XIX”, si hasta Borges -poco gaucho él-, sentenció: “La poesía gauchesca es uno de los acontecimientos más singulares que la historia de la literatura registra”.
Siempre sostuve que en la provincia de Buenos Aires (y esto mismo puede estar sucediendo en otras), en cualquier pequeña población o paraje, hay una persona que “borronea” pensamientos con formas de rimas, solo falta a veces, ayudarla a ganar roce, y éste muchas veces (o la más de las veces), se obtiene compartiendo con otros hacedores de versos. Nunca es bueno mascullar solo para si lo que se escribe; esto hay que compartirlo y estar predispuesto a escuchar opiniones, que si estas son bien intencionadas, siempre se crece.
En Chascomús supieron acompañarme los payadores lugareños Juan de Oar, Ulises Muguerza y Horacio Otero; curiosos de nuestras cosas como Roberto de la Canal, el Sr. Espinosa, Germán Sallenave, Tito Muguerza, las docentes Inés Otero, María Delli Quadri, Teresita Saint Esteban, Erica Eguía y María Brambilla, y por suerte varios más.
Al finalizar, tanto en Cañuelas como en Chascomús, la pregunta fue: ¿Carlos, el sábado que viene, de que hablamos…?, como transmitiéndome con sincero afecto, que se quedaban con ganas de más.
Plausible la activa labor de la presidente Hildara Gómez, del vicepresidente Pedro Mauregui Larranda, y de la también directiva Tona de Otazúa.
Bibl. Popular Sarmiento, Chascomús (30-8-2014)
En el medio de estas experiencias, en la sede de la Dirección Municipal del Tradicionalismo platense, también nos estuvimos reuniendo para tratar asuntos poéticos, junto al Prof. Daniel Marcial, quien desgranaba lo suyo en cómo hacer para tocar o mejorar la ejecución la guitarra; y allí estaban jueves a jueves, Mónica Pastor, Julio Mariano, Félix Villarreal y Señora, Guillermo Millán, Sergio Montenegro, Gustavo Madril, Carlos Ortiz, Daniel Líneas…
La identidad al género se la dio el lenguaje “al modo gaucho”, por eso que el estudioso Lázaro Flury, dijo: “El lenguaje gauchesco amalgamó en sus versos el aliento de la tierra, con esa sencillez casi primitiva y ruda como sus propios protagonistas, pero embebido siempre por ese pensamiento noble y altruista tan peculiar en el hombre de la tierra -y agrega- el lenguaje define al pueblo criollo, con su acendrado amor a la libertad y su aversión a la esclavitud y la injusticia.”
Toda la vida (por así decir exagerando el tono), me la he pasado tratando de transmitir mis escasos conocimientos de autodidacta, intentando hacerles ganar tiempo a los que quieren escribir versos; muchas veces la cocina o el comedor de mi casa han sido testigos de estas -para mi- apasionantes “conversas” frente a un interlocutor que se ha acercado a preguntar, salvo que ahora, sin querer ampliamos el espectro dándole forma “de taller” (¿estará bien dicho así…).
Veremos como sigue la historia.

La Plata, 12 de septiembre de 2014
(Publicado en revista El Federal/El Tradicional N° 472)

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