viernes, 11 de septiembre de 2015

ACEVEDO DÍAZ y MOLINA MASSEY

Acevedo Díaz (h) y Molina Massey son dos hombres de la provincia de Buenos Aires nacidos en “Pagos” vecinos, que vivieron un mismo tiempo y con vidas de similar extensión, que abrazaron iguales estudios, y que desde “su” espacio en la literatura se abocaron a enaltecer el gaucho. Solo los separó el opuesto punta de vista respecto del aborigen.
También comparten la circunstancia que son escasos los datos biográficos sobre sus vidas, dejando que sea su obra la que hable de ellos. No obstante, encararemos este desafío de recordarlos.

EDUARDO ACEVEDO DÍAZ (h.)

Hace 130 años, nació en Dolores, el 18/03/1882, siendo hijo de Concepción Cuevas y Eduardo Acevedo Díaz, periodista y escritor uruguayo, emigrado entonces por cuestiones políticas.
Los Acevedo, arrastraban una tradición de antiguo linaje, con mayores que fueron magistrados de las Reales Audiencias de Charcas y Lima, entre otras funciones.

Sabemos que nuestro biografiado realizó estudios hasta graduarse de abogado, habiendo ejercido la docencia universitaria, y escrito textos de geografía utilizados en los programas de secundario.
Es indudable que heredó de su progenitor el mismo amor por las letras costumbristas que llevaron a aquel, a conocer el halago con obras como “Soledad”, “El Combate de la tapera” e “Ismael”.
Su primer libro fue “Los Nuestros”, un estudio de crítica literaria, histórica y sociológica.
Próximo a los 50 años publica “Ramón Hazaña – novela de la pampa argentina”, un análisis de carácter social a través del personaje central, que recibió el Primer Premio Municipal de Literatura en la selección de 1932.
El autor ubica la trama en lo que bien podríamos denominar “estancia moderna”, o sea, aquella delimitada por alambrados, y en la cual el patrón va perdiendo el antiguo y proverbial estilo criollo, en aras de la defensa de sus intereses económicos, y obligado un poco también, por los vientos progresistas que alentaban los años 80.
A ésta le sigue una obra titulada “Argentina te llamas”, como la anterior un estudio social del país, al cual refleja con defectos y virtudes mediante la narración de la vida de una hija de inmigrantes, de nombre “Argentina”. Podemos decir que mediante un trabajo simbólico intenta trazar un perfil psicológico del país, complementario de su anterior trabajo. Éste fue originariamente publicado en el diario La Nación -del cual era colaborador-, en forma de folletín en el año 1934.
Hacia 1939 aparece, en nuestra opinión,  su obra cumbre, “Cancha Larga”, la que sin dejar de tener el trasfondo de un estudio social, es un completo y detallado encuadre de la vida del hombre de la campaña, desde el ayer lejano del campo sin obstáculos, hasta el más cercano afianzamiento de la estancia de menor extensión, alambrada y apotrerada.
Acevedo Díaz (h.) encarna este proceso evolutivo y de transformación mediante un personaje bautizado “Mauro Gómez”, a través del cual revive con total naturalidad, todas y cada una de las costumbres, usos y trabajos de la campaña porteña, en las tres últimas décadas del siglo 19 y las cuatro primeras del 20. Se vive con el personaje, el exilio voluntario (dentro de su propia tierra) del gaucho-gaucho ante el avance tangible del progreso.
La introducción de la primera edición dice: “El autor prosigue en esta novela su empeño de reconstruir, a través de los hechos de los personajes fuertemente creadores del ambiente social, la historia interna de la vida argentina”.
Asimismo Avelino Herrera Mayor opinó en aquel año 39: “Cancha Larga está destinada a asegurar, definitivamente, el nombre del autor como el más auténtico descriptor moderno de la pampa. Y también como su novelador más fuerte y original”.
Esta obra recibió el Primer Premio Nacional de Literatura de 1942.
Entre otras cosas fue Presidente de la Comisión Nacional de Museos y  de Monumentos y Lugares Históricos, para la cual pronunció conferencias históricas, como por ejemplo en 1948, “El Paso de Los Andes a través de Cuatro Cordilleras”, llevada a libro ese mismo año.
Otras obras suyas son: “Eternidad” y “El no ser de Hamlet”.
Acevedo Díaz (h.), quien estuvo casado con María Luisa Fuster, unión que alumbrara cuatro hijos: Eduardo, María Luisa, Marcel y Dora, falleció a la edad de 77 años, el 1º/11/1959 en la Ciudad de Buenos Aires, recibiendo sepultura en el Cementerio de la Recoleta.

Una anécdota
Corría 1966, cuando un día de septiembre acompañé a mi padre a inmediaciones de la Estación de Trenes de La Plata, y allí, en un kiosco de 44 y 1, entre diarios y revistas se exhibía un libro que nos atrajo por su gaucha portada: un paisano a la usanza de chiripá, sobre un moro al galope tendido revoleando las ñanduceras, aprontando el tiro. Mi padre me lo regaló. No sabíamos quien era el autor, sí que Marenco había hecho esa ilustración.
La lectura de ese libro -que era “Cancha Larga”-, me “abrió” la cabeza. Me enamoré de él. Sobre todo de un pasaje en el que personaje es mayoral de galera.
Leí la obra más de una vez, y como ya entonces me entreveraba en la escritura de versos, en 05/1972 compuse un temas que titulé “Galera de Mauro Gómez”; el mismo lo tomó un cantor de la Vieja Ensenada de Barragán, Gabriel Fernández, quien lo musicalizó por milonga y fue así uno de mis primeros versos que anduvo por los fogones. Hace poco Gabriel nos ha dejado, pero el verso sigue vivo en la voz de su hija, Gabriela, cantora como pocas, que lo mantiene en su repertorio.
¡Gracias Gabriel!

CARLOS MOLINA MASSEY

Hijo de Filomena Massey y Saturnino Molina, nació hace 127 años, el 30/10/1884, en Las Flores, descendiente por su padre, de familia de estancieros que también arrastra antiguo linaje en estas tierras.
Se graduó de abogado en la Facultad de Derecho de Buenos Aires, y ejerció la docencia en Tucumán, donde hacia 1922, se desempeñaba como Director del Departamento Provincial del Trabajo.
Pero lo que nos interesa es su vena literaria, y a ella nos remitimos.
Comenta él mismo, que sus inicios, sus composiciones de adolescente (principios del siglo 20), son bien acogidas y publicadas por la Revista “Caras y Caretas”, siendo estimulado por su director José Álvarez (Fray Mocho), para escribir cuentos gauchos; cuentos que indudablemente le inspiraron su contacto directo, su conocimiento y observación del ámbito rural en los primeros años de su vida. Al respecto, en la presentación de una de sus obras en el año 1924, dice Ricardo Del Campo: “…que porque fue también centauro de heredades solariegas en su aún no lejana adolescencia, pudo extraer de fuentes naturales tan lozano raudal de inspiración”.
Pero Molina Massey no dedica su esfuerzo únicamente a la prosa, ya que incursiona con acierto en la poesía, esa poesía gaucha que hacia fines del siglo 19 e inicios del pasado, según su propia definición “…andaba solo en boca de payadores, repudiada por el ambiente culto del país, al que corrompían y feminizaban las corrientes turbias, malsanas, del espíritu europeo, presentado como superación de belleza por los astutos imperialismos invasores para frenar nuestra hombría nativa.”.
Es indudable que en la literatura costumbrista no se puede dejar volar la fantasía más allá de los planos de la realidad, debiendo desarrollarse los planteos y situaciones, en un contorno de paisajes, usos, modismos y costumbres, que resistan el análisis más enjundioso, y que transmitan un clima de credibilidad palpable; para ello se requiere de una suma de conocimientos, de los que hace gala Molina Massey, compendiando la flora, la fauna, los distintos tipos humanos, las tareas rurales, la variedad de giros y expresiones propias de la campaña, en una labor literaria que enaltece lo estrictamente tradicional.
Define orgullosamente al gaucho como fruto de la unión entre el espíritu adorador “…de la madre india y el espíritu rebelde del conquistador y el emigrado que daban la espalda a su civilización materna para venir a respirar aires de libertad y masculinidad en los campos vírgenes de nuestro continente.”, y opina de la mujer gaucha diciendo “que es la raíz viva de la nueva raza indoamericana” y escribe, tratando de reflejar el espíritu de esa estirpe gaucha (la de sus mayores), a la que sabe incomprendida por un aluvión inmigratorio capaz de someter nuestra propia cultura.
Pero hay algo más que se destaca en forma elocuente en su obra, y es el tratamiento en los diálogos y en la construcción de los versos, del habla de la gente de la campaña, sin falsas voces o expresiones contrahechas.
Queda por acotar que como americanista buscó la unión de los pueblos del continente
creando la Federación Indoamericana, y que en el campo de la filosofía (su otra pasión), fundó la Escuela de Filosofía Indoamericana.

De su producción mencionamos algunos títulos: La Musa Galante(1919), “Los Reposos del Viajero – relatos porteños” (1919), “Novelas Breves” (1924), “A Punta de Lanza – poema épico” (1924), “Campu Ajuera” (1942), “Señales en el Rumbo” (1943),
 “De los Tiempos de antes – narraciones gauchas” (1946), La Montonera de Ahuancruz” (novela, 1950), “El Prófugo – novela de ambiente patagónico” (1959).
Incursionó en el periodismo a través de revistas de su creación como “Granjas y Estancias” (1914), y “Viracocha” (1945).
Casado con Josefa Ana Biedma, tuvo una hija, Raquel, nacida en 1911.
A la edad de 80 años, falleció el 7/12/1964

Una anécdota
Hace muchos años ¡era soltero!, en calle 50 e/7 y 8, donde hoy funciona un restaurante, en unos viejos salones, altos y espaciosos, funcionaba lo que se conocía como “Feria de Caritas”: máquinas de música con fichas, bocheta,  juegos “electrónicos” de la época, y en un rincón, sobre unos  tablones con caballetes, un amontonamiento de libros de todo tipo y tamaño. A ese rincón solía dirigirme, y un día, otra tapa que me deslumbra: una obra de Lamela que mostraba un paisano de a caballo, emponchado, atravesando una tormenta de viento y nieve. “El Prófugo” se llamaba el libro, y Molina Massey era el autor. ¡Qué obra! Ambientada en la Patagonia y protagonizada por un paisano que resultó entrerriano. Tanto me gustó, que me puse alerta para conseguir más libros de ese autor, y logré, con el tiempo y con paciencia, reunir casi todos los de temática criolla.
¡Ah, me olvidaba! Aquel encuentro ocurrió por 1975
La Plata, 26/02/2012


Nota: los datos familiares de ambos, se corroboraron en “genealogíafamiliar.net”

(Publicado en Revista "El Tradicional" N° 106)

2 comentarios:

  1. ENCANTADO,QUERIA SABER COMO ADQUIRIR ALGUNO DE LOS LIBROS PUBLICADOS.DESDE YA MUCHAS GRACIAS.

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  2. Hola Carlos. Gracias por comunicarte.
    Los libros tienen el precio indicado al pie. A eso habría que el costo del correo (que es más caro que el valor del libro). Para estimar eso necesito saber. a donde habría que mandarlos.
    La única variante, es que en Capital Federal, en Bo. Constitución, hay un amigo que los tiene.
    Te mando un cordial saludo.
    Carlos

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