viernes, 28 de noviembre de 2014

FORTINES Y DESFILE

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
 Micros Nº 85 y 183 – 01/12/2012 y 22/11/2014, respectivamente

Con su licencia, paisano!
Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si hablamos de “Poetas Criollos… y otras yerbas”.

                  FORTINES. Sin la menor intención de crear discordia, más bien pretendiendo hacer un aporte, intentaré terciar con algunas opiniones que se han vertido en el programa.
La denominación de “fortines” dadas a las primeras agrupaciones o centros tradicionalistas que nacieron a partir del año 40, se debe exclusivamente a una iniciativa de la Federación Gaucha Bonaerense. Esta institución, curiosamente nacida como “federación” cuando no había “centros” que federar, había sido fundada en 04/1940 por la Agrupación Bases, entidad ésta que en 1939 había logrado la Ley del Día de la Tradición.
En el acervo militar, “fortín” es un reducto militar pequeño, satélite o dependiente de uno mayor y más fortificado llamado “fuerte”. Tanto uno como otro, en la vida de un país, están montados en sitios determinados de acuerdo a necesidades o estrategias militares. Sus funciones principales: vigilar y defender.
Un claro ejemplo lo tenemos en esta zona: el “Fuerte de la Ensenada de Barragán” y el “Fortín de Atalaya”, y ninguno de los dos se erigió por la lucha contra el indio, sino para vigilar el estuario del Plata y defender sus costas en caso de invasión.
Quienes integraban la Agrupación Bases, hombres todos de muy alta moral y sentido nacionalista, no hubiesen aceptado ¡jamás! una denominación que denigrase al gaucho, porque justamente a lo que ellos apuntaban era a su revalorización, de ahí que al crear el Día de la Tradición no pensaron en un homenaje Hernández, como muchas veces se malinterpreta, sino en un reconocimiento, un homenaje a las tradiciones gauchas. Por eso cuando delegan en la Federación Gaucha todo lo atinente a la nueva fecha, ésta, sale a recorrer la provincia, valiéndose de amistades y conocidos en distintos pueblos y ciudades, instándolos a fundar “fortines gauchos”, uno acá, otro más allá, otro hacia el horizonte, con la finalidad de crear una imaginaria “línea de fortines” capaces de vigilar, y estar alerta en la defensa de las tradiciones gauchas.
Por eso no es casual que se denominasen como por ejemplo “Fortín Gaucho El Cencerro”, “Fortín Gaucho Berissense”, “Fortín Gaucho Chascomús”, y se desgranan los etc. Cierto es que algunos ya no existen, como cierto es también que al decaer la tarea y el prestigio de la Federación, la nuevas instituciones se llamasen Agrupación o Centro Tradicionalista, como acostumbran denominarse actualmente, lo que no quita que otras hayan decidido usar la vieja denominación, como “Fortín Dolores” -que es de la década del 70- o “Fortín Unión” de Gral. Rodríguez, más contemporáneo.

No pretendo con lo dicho arrogarme el uso de la verdad, en absoluto!, solo he querido acercar a la mesa de la discusión que enriquece, una versión o interpretación que no ha sido tenida en cuenta anteriormente.
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                  Hoy vamos a referirnos a otro término que comenzó a sonar “mal”, no hace mucho tiempo, y es la palabra DESFILE. Y si bien la pobre palabra no hizo nada malo, lo “malo” para ella, lo trajo la democracia. En ese momento, después de 7 años de despótico gobierno militar, se comenzó a romper con todo lo que tenía que ver orden, reglas, normas de respeto, etc., como buscando distanciarse de todo lo que tuviese que ver con “los uniformes”, y fue allí, cuando la indefensa palabra DESFILE empezó a caer en desgracia, porque parece ser que los que desfilaban eran los soldado. Pero hacer esta observación es mirar la realidad con un solo ojo… y encima… medio tapado, porque baste recordar que cuando en un pueblo o una ciudad se festeja su aniversario o las patronales, se organizan desfiles por las calles principales, y desfilan entonces las fuerzas vivas: los niños de las escuelas primarias, los adolescentes de la secundaria, los jóvenes de los distintos clubes, la gente de la tercera edad, los boys scaut, los bomberos, etc., etc., y desfilan todos orgullosos sin ocurrírseles pensar que “están haciendo un paseo”.
Y si vale un ejemplo absurdo, pero que por lo mismo puede ser muy claro, pensemos en esas lindas mujercitas que recorren con buenas figuras y gracejo, las pasarelas de las modas, desfilando… y no creo que a nadie se le ocurra comparar tal situación con un desfile militar…
Hoy se quiere reemplazar dicha palabra con la expresión “paseo”, cuando resulta casi imposible encontrar en los libros y artículos escritos 120 o 150 años atrás, alguna referencia que indique que los gauchos salían a pasear. Si podrá encontrarse la referencia de que “fulano se endomingó como pa’ dir de paseo”, “mengano salió de florcita”, pero él solo, no en grupo.
Siempre recuerdo cuando Roberto Coppari contaba que en su juventud allá en la Estancia “El Mirador” de Casilda, cuando las Fiestas Mayas o las del pueblo, todos los mensuales juntos o unos cuantos de ellos, con sus mejores pilchas y aperos, salían rumbo al pueblo a participar de las corridas de sortija… pero no a pasear.

Por otro lado, estos seudos paseos de hoy, que raros y ordenados son, los paisanos van de dos en dos, tratando de conservar la distancia, encabezados por una yunta que va con bandera y banderín… casi que no parece que andan de paseo, se diría más vale que van DESFILANDO

martes, 25 de noviembre de 2014

NUEVOS "relinchos" de MENVIELLE

D. Omar Javier Menvielle
El pasado 22 de julio, pudimos darnos el gusto de estar presentes en un momento histórico de la literatura costumbrista, como lo fue la presentación de la tercera edición del libro de versos gauchos, “Relinchos” de D. Omar J. Menvielle, a cincuenta años ya de la aparición de la segunda edición, ergo: 1964.
En octubre de 1999 tuve la suerte de ser recibido por Omar Menvielle (h.) -“Moro” para la familia-, de cuya entrevista resultaron un montón de conocimientos sobre la vida del notable poeta.
Luego, por 2002, me contacté con Lolly Menvielle, sobrina nieta del poeta, con quien comenzamos una amistad epistolar, la que ha girado en torno a la figura y la obra de Don Omar, permitiéndome seguir acrecentando conocimientos.
Y un día me contó: “mis primos, los hijos de “Moro”, están con el proyecto de reeditar “Relinchos”…”. ¡Buenísimo, cuenten conmigo en lo que sea! -o algo por el estilo- respondí.
¡Qué importante es volver a publicar esas notables obras que apuntalan la identidad! ¡Y hay tantas! Tantos son los autores que habría que volver a poner en la consideración de nuevas generaciones.
Así que si por lo menos se reeditaba unos de esos, ¡bienvenido! Por supuesto.
Así fue que en el Auditorium del Pabellón Azul, durante el desarrollo de la pasada edición de la Exposición Anual de la Sociedad Rural, ese martes 22 a las 19 hs., estuvimos cuando se dio comienzo al acto, con un video que recreó momentos de la vida del poeta y lo mostró cantando; luego Macarena Menvielle tomó el micrófono y tras el saludo de rigor, agradeció a todos los que ayudaron a concretar el lanzamiento de esta nueva edición del premiado “Relinchos”.
Paso seguido le cedió la palabra al ilustrador de esta nueva edición, el gran pintor criollista Gustavo Solari (la segunda edición lo había estado por don Eleodoro Marenco), y así fue que nos enteramos que la mamá de Macarena es hermana del pintor, por lo que descubrimos un vinculo familiar entre las familias del poeta y el pintor.
Solari fue muy escueto en su expresión, destacando que era un orgullo poder ilustrar la obra.
A continuación el que hizo uso del estrado fue Antonio Rodríguez Villar -presidente de la novísima Academia Nacional del Folklore-, quien contó sabrosas anécdotas y rememoró las gauchas reuniones acaecidas en la casa de Don Omar, a las que tuvo ocasión de asistir como oyente, por su amistad desde los tiempos escolares con “Moro”, el hijo del poeta.
Evocó que de aquellas tenidas participaban Charrúa, Justo P. Saénz (h), Eleodoro Marenco, Luis Flores y muchos más, y cuando las charlas y discusiones sobre cuestiones camperas llegaban a su fin, sonaba alguna guitarra, se desfloraba algún verso, con la premisa firme de que lo que allí tayaba, era la expresión folclórica de la llanura porteña.
3ra. Edición de "Relinchos"
El puntilloso broche de la reunión corrió por cuenta de Omar Moreno Palacios, quien aclaró que no tuvo ocasión de trenzar amistad con el poeta, pero sí con su hijo. Interpretó dos temas sobre letras de Don Omar, refiriendo antes de hacerle al segundo, que en el tiempo que residió en Uruguay, tuvo ocasión de tener fluido trato con el gran Osiris Rodríguez Castillos, con el que a veces se reunían a matear y despuntar versos, y recordó las oportunidades en que Osiris le decía: “-Panchito, por qué no te cantás la de los ‘animalitos’?, pedido que aludía a las décimas de “Platicando”, y que Omar recreó con ritmo de “valseao” -que no es el mismo que el del litoral-, y que ejemplificó diciendo que “si ponés los brazos así (en posición de danza) haces de cuenta que bailás una jota”, y nos regalo su interpretación.
Simple, sencilla, pero emotiva la jornada vivida dándole la bienvenida a un libro necesario para los que gustamos de la gauchería.
Felicitaciones Macarena y familia por haber encarado esta patriada!!
La Plata, 4 de Agosto de 2014
(Publicado en Revista De Mis Pagos digital N° 52)

DON CARLOS ANTONIO MONCAUT - Mis Impresiones de un Trato Amistoso

Junto a Don Carlos Moncaut,
20/04/1997
Hace ya cinco lustros, el 22/12/2008, fallecía en la Ciudad de La Plata, Don Carlos Antonio Moncaut; tenía 81 años, como que había nacido en la escuela de la localidad de Ángel Etcheverry, el 8/06/1927.
Era yo niño, cuando hacia 1963/64, comencé a leer extensos artículos que sobre estancias y otras cuestiones, aparecían publicados en el diario El Día de La Plata. A decir verdad, prestaba más atención al texto y a las ilustraciones que a quien lo firmaba; ignoraba aún la importancia de los autores, como ignoraba también muchas otras cosas…
Entonces, al campo (Ruta Pcial. 11, La Plata-Magdalena) el diario llegaba a través de un particular reparto: el chofer del micro de la mañana (El Rápido Argentino, de entonces), iba tirando en cada tranquera del que estaba suscripto, un ejemplar del diario hecho un rollito. Así, después de irlo a buscar “al camino rial” (como se decía), y después que lo leían “los mayores”, era el turno de echarle un vistazo, y de entonces, como sin saber bien por qué, me vino la manía de recortar esos escritos, cometiendo el error al hacerlo nada más que por intuición, de no anotar las fechas de cada nota.
Más adelante, bastante más adelante, cuando por LS 11 Radio Provincia, Don Luis Patricio Saraví emitía su audición “¡Buenas y Santas!, comenzó a dar lectura de su libro “Estancias Bonaerenses”, y casi que me hice adicto del programa, porque Don Luis transmitía magistralmente lo escrito por Don Carlos.
Por 05/1979, cuando “se festejaba el Centenario de las Campañas al Desierto” (hoy sería imposible tal cosa), después de una actuación conjuntamente con Francisco Chamorro, en el salón del Círculo de Periodistas de la Provincia, recibí como presente un ejemplar de su “Pampas y Estancias”, pero ya tenía de un par de años antes, su primer trabajo: “Viaje del Vapor Río Salado del Sud”, y allí estuvo el punto de partida para ir reuniendo el material de su autoría.
En el 80 apareció mi primer libro (“Al Badajear del Cencerro”), y se lo acerqué, como después ocurriría cada vez que publicaba algo, y así fue como inicié, muy respetuosamente, el trato personal. Como mucho tino, lo llamaba por teléfono, y así concertábamos alguna visita en esos días que tenía un rato libro (o se hacía de un rato libre), porque estaba siempre trabajando en su magnifica biblioteca.
Muchas fueron las veces en que me marchaba con uno, dos o tres libros “viejos” de regalo, fruto de su generoso desprendimiento, al que cuando yo le decía “-Pero Don Carlos… como se va a deshacer de este material…?”, me respondía “-Llévelo tranquilo, lo tengo repetido”.
Así fue que me aconsejó “-Cuando esté comprando algún libro que le interese y hay dos ejemplares, llévese los dos, si puede; le va a ser útil para canjear con otra persona que ande en lo mismo, o inclusive lo podrá vender llegada la ocasión” (no soy textual, reproduzco la idea del mensaje).
Su primer libro
En una oportunidad, pidiéndole consejo sobre como guardar los artículos periodísticos, que yo recortaba, me dijo: “-Lo correcto es guardar el diario o la revista en forma íntegra, porque mañana en esas páginas puede encontrar escritos que le interesen y que al presente los pasó por alto”.
Si lo visitaba en verano, era frecuente que Lily -su gentil esposa-, acercara una cerveza fresca, que resultaba, en medio de esa charla, mucho más sabrosa de lo que en verdad era; en invierno nos servía un café. Creo, no tengo la certeza, que no tomaba mate.
También me aconsejó lecturas, como que fue él quien me puso sobre el rastro de Don Justo P. Sáenz (h), a quien había tratado y admiraba, y es hoy unos de mis predilectos.
Pero quizás lo que más inició el camino del buen vínculo, fue el común enamoramiento con el Viejo Pago de la Magdalena. Él lo había conocido en su niñez, cuando su padre con toda la familia, incursionaba siempre por la vieja Ruta 11, acampando en la costa del río de la Plata, recorriendo los antiguos talares, avisorando las estancias cargadas de historia, y visitando los viejos boliches de la zona. Por mi parte era cuestión de familia como que mis mayores, y de muchas generaciones, afincaban por la zona.
Hablando del “Pago”, allá por 1983 me dijo un día que lo visitaba: “-Usted leyó , de Delfor Méndez…? Tiene que leerla”, sentenció.
Si no fue al otro día fue al siguiente de ese, que visité a un librero amigo -Mario Lenzí- y le hice el encargue; y cual no sería mi sorpresa, cuando meses más adelante me llama para avisarme que había conseguido el libro. En junio del ’84 lo leí y me enamoré del trabajo aunque es una novela líneal, porque está cargada de amor por el “pago” y ricos apuntes del mismo, y claro…, el Dr. Méndez era magdalenense… y había sido amigo de mi abuelo Espinel!
   Hoy me parece mentira y hasta una falta de respeto, pero el 28/07/1985 dimos dos charlas ante el mismo público, en “La Posta de Aguirre” sede de la Agrupación Gauchos de Magdalena, yo hablé de “El Viejo Pago de la Magdalena, en la literatura y sus escritores”, y él sobre “Boliches y Almacenes de la Pcia. de Buenos Aires”. Fuimos y volvimos juntos, y hoy, fríamente pienso: ¿cómo me atreví a eso? Era recién mi quinta charla y compartí escenario con “el maestro”.
Pocos conocen de algunas aficiones que tenía Don Carlos, por ejemplo, pintaba cuadros, y en mi modesta opinión lo hacía con gusto y calidad; también gustaba de la arqueología, y en viajes que realizó al noroeste rescató objetos, como por ejemplo cantidad de trocitos de cerámica, con los que armando un rompecabezas, volvió a darle vida a lo que había sido: una vasija.
En su jardín tenía una especie de vivero/invernadero, y en una ocasión me mostró varias macetas en las que tenía árboles de la flora criolla, pero enanos, entonces le pregunto: “¿Hizo un curso de bonzai?”, y me responde que no, que simplemente los tomaba de retoños, y que periódicamente los quitaba de las macetas con mucho cuidado, los despojaba de la tierra y podaba las raíces, luego los volvía a colocar en las macetas, y así se conservaban pequeños.
Y ya que hablamos del jardín, digamos que recorrerlo en su compañía era una maravilla; lo había armado con plantas de la flora criolla que había traído en sus viajes por distintos lugares del país. Y por allí andaban muy dueños del lugar una yunta de chajaes, y patos picazos, silbones y de toda clase, junto a alguna gallina criolla criando una camada de patitos criollos: la gallina se subía a una higuera a pasar la noche, y los patitos se volvían locos queriendo trepar por el tronco, finalmente se los encerraba bajo techo hasta el otro día.
También era aficionado a coleccionar antigüedades, y tenía entonces un muy lindo museo; del mismo poseo una pieza. Ocurrió que en 1995 la Asociación de Escritores Tradicionalista organizaba el concurso “Faja de Honor 25 de Mayo” a la producción édita, para el que juraban Don Carlos, Fermín Chávez y Abel Zabala. La reunión del dictamen se llevó a cabo en su casa de City Bell, y una vez dilucidado el mismo, convidó a las visitas a recorrer el jardín, la biblioteca y el museo. Mientras él departía con sus colegas y un par de directivos de la Asociación, en otro sector del jardín yo conversaba con su esposa Lily, y de pronto escucho: “Carlitos!”, me acerco, y me alcanza un antiquísimo torniquete que había estado mostrando, “llévelo que lo tengo repetido”.
Pero su desprendimiento para conmigo venía de mucho antes, del comienzo de la relación amistosa, cuando por ese amor compartido por “la Magdalena”, me regaló un certificado extendido por la “Comisaría de Tablada” en 05/1873, para un capataz de tropa que salía con 700 animales. Y tiempo después, conociendo la anécdota aquella de que el Gral. Hornos visitaba en “Santa Ana” de Cepeda a mi tatarabuela Petrona Hornos, me entregó un memorando militar del año 1853, de un tema simple, pero firmado por José María Paz y dirigido a Manuel Hornos.
Otro gesto de su bonhomía, fue integrar a su libro “Pulperías. Esquinas y Almacenes”, unos versos míos que en su momento le había dedicado a una obra del gran Rodolfo Ramos, la que también reprodujo en el libro.
Cuando tuve terminado “Dos Evocaciones a un Pago: La Magdalena”, soñaba con que le hiciera el prólogo, y me halagó escribiéndolo, y como si eso fuera poco, en un momento que necesité una presentación para el Fondo Nacional de las Artes, redactó la misma, la que ha sido para mi: laudatoria. Es como si hubiesen recibido el “gran premio de literatura”. Dicho trabajo, acaecida su muerte, con autorización de su esposa lo incluí a manera de presentación, en mi libro “Pláticas de Fogón”.
¡Don Carlos…!, que hombre de perfil bajo, de no hacerse notar, de pasar más vale desapercibido, pero cargado de valores humanos, de honestidad, de don de gente.
Hoy, atesoro en mi archivo un sinnúmero de trabajos suyos aparecidos en periódicos, diarios y revistas, y mucho material periodístico de viejas épocas que usaba como consulta.
Nuestro trato siempre fue, respetuosamente, de “usted”, yo le decía Don Carlos o Carlos, y el me retribuía con Carlos e inclusive Carlitos cuando la charla era muy coloquial.
El buen entendimiento que teníamos, hizo que alguna vez no animáramos a jurar en algún certamen, en yunta, seguros que no tendríamos inconveniente en ponernos de acuerdo.
Cuando el Día de la Tradición bonaerense cumplió 60 años, nos convocó el Director del Museo Almafuerte, y se publicó un folleto de 18 pags., donde don Carlos volcó algunos conceptos sobre “tradición” y yo reseñé la fecha y sus creadores.
Si me pongo a hacer memoria, mucho más, muchas anécdotas tendría para contar, pero lo dicho alcanza como muestra.
Cuando el otro no está, muchos agigantan o magnifican el trato y se auto titulan “amigos”, pero yo no puedo, sería romper ese marco de mutuo respeto en que siempre nos movimos, y me quedo con eso de “un trato amistoso”.
Su último libro

En diciembre de 2008 acompañaba a mi esposa en un duro trance, internada en el Hospital Italiano; allí fue que recibo la llamada del amigo librero que nombré más arriba: “Hola Mario, que pasa…”, “Malas noticias, falleció Don Carlos, y Lily me pidió te avise que en un rato lo llevan al cementerio, al sector de la curia…”. Convine con mi esposa alejarme por una hora, y estuve para despedirlo. Solo un pequeño grupo de familiares y dos ajenos, Alejandro De Olano y quien escribe.
22/12/2088 – 22/12/2013, un lustro ya, parece mentira, quedó inconcluso el sueño del libro sobre “Los Grandes Félidos Americanos”, entre muchas cosas más.
Nunca lo olvidaré, maestro, seguro… nunca jamás!

La Plata, 13 de diciembre de 2013




Publicado en Revista El Federal/El Tradicional N° 464

lunes, 10 de noviembre de 2014

75° ANIVERSARIO DEL DÍA DE LA TRADICIÓN

75° Aniversario del
Día de la Tradición
     1939 – 2014

¡Día de la Tradición!:
henchido el pecho y ufano
como galopiando el yano
retoza mi corazón.
Se hace la fecha mojón
y el ayer gaucho es bastión
que’n un presente paisano
lo hace al país soberano:
¡Día de la Tradición!

Feliz día a todos los tradicionalistas!!

                             C.R.R.