miércoles, 24 de julio de 2013

EL YERBIAO

Corre 1999:
Recientes lecturas, me llevaron de la mano de Yupanqui y Calvetti, a introducirme en las altipampas y los contrafuertes cordilleranos jujeños.
Para quien como yo es hombre de llanura y encima, no ha tenido la dicha de viajar a esos paisajes, lo mostrado en la lectura, encierra un sinnúmero de novedades.
En “El Canto del Viento” de Don Ata, topé por primera vez con la expresión yerbiao, pero avancé en la lectura sin detenerme en la palabra; varias veces se repitió la voz e inclusive por lo menos una vez cuando abordé “Cerro Bayo”.
Poco tiempo después me enfrascaba en el disfrute grato de la lectura de “Escrito en la Tierra, del notable jujeño Jorge Calvetti, autor que hoy ocupa un sillón en la Academia Argentina de Letras.
El libro mencionado, de honda raigambre autobiográfica, llenó de norte puneño mi desconocimiento paisajístico y de usos y costumbres, y entre esos volví a encontrar el yerbiao.
Picada mi curiosidad, me aboqué a revisar los libros y artículos periodísticos de mi archivo, y muy poco encontré. Tan solo en la riquísima “Historia y Folklore del Mate” del ilustre D. Federico Oberti (1902 /1993), en su Capítulo “El Hábito del Mate en Bolivia”, inserta -al hablar de cómo se toma mate en algunas provincias del país vecino- una oración en la que dice: “Se bebe dulce, cómo desayuno, con pan y se conoce con el nombre de “yerbeado”. Igual uso tiene en las regiones frías de la provincia argentina de Jujuy, donde, con el mismo nombre se bebe la sustancia de la yerba, agregándole determinada cantidad de alcohol”.
No queda claro lo del modo boliviano, por una lado sería nuestro común mate dulce, pero por otro lado al mencionar el pan, uno podría pensar en “mate cocido”, pero ocurre que líneas más adelante dice Oberti que a éste se lo denomina “poreado cuando por la mañana, tarde o durante las horas de la noche se lo bebe como el té o nuestro rural mate cocido”.
Sí deja en claro que el “yerbeado”, en Jujuy es con alcohol. (Que Oberti diga “yerbeado”, me parece un error por ajustarse a la prosodia castellana, ya que como voz propia, el paisano, indudablemente ha de decir “yerbiao”).
Volviendo a mi primer llamado de atención dado por Yupanqui, buscando un orden cronológico, tomo la mención de “Cerro Bayo” (1946) -‘páginas que no aspiran  a constituir una novela’, dice antes del inicio Don Ata-, cuando en el Capítulo “Invierno”, relata, al describir como el viento se señorea sobre campos, quebradas, cumbres y se oye por momentos, caer la nieve; “Los hombre coquean mientras conversan. Las mujeres, calladas y atentas, hacen yerbiao y café. A veces suelen preparar vino caliente, ponche de los campos, y sabe muy bien este brebaje que hace a los labriegos más templados y comunicativos”.
Al voltear la página, y contar las peripecias de unos arqueólogos en una noche de ventisca helada, cuenta que éstos bebían “alcohol y café”.
No queda en claro que el yerbiao de Yupanqui fuese mate con alcohol, pero sí no deja dudas respecto que el frío en la montaña hace que el hombre tenga como aparcero al alcohol (amén de las bebidas alcohólicas).
En “El Canto del Viento” (1971), en el Capítulo VIII, al describir algunos aspectos de una yerra en tierras de Mamerto Mamaní, en un corral del abra de Falda Azul, apunta: “Cerca de la puerta del corral, están las brasas para calentar las marcas. Buen fuego reparador, que perfuma el aire con olores de carne asada y ancos rescoldeados a campo abierto. Allí se prepara el yerbiao con alcohol, buen fuego sobre estas alturas, atendido por kollas floristas y changos comedidos. Eusebio Colque está ahí, junto al fogón, saboreando el yerbiao”. Y unas líneas más adelante, planteando el clima, expone: “El aire se pone helado. El nublado se asienta sobre el abra.”
En el Capítulo XI, “La Laguna Brava”, cuando describe el viaje que a lomo de mula iniciara un 20 de mayo de 1940, en La Rioja, hacia la laguna del título, situada en plena cordillera, próxima al paraje Jagué de Arriba, a 3000 mts. de altura, encontramos otra referencia.
Cuenta que llegar le costó esfuerzos y soportar fríos. Al alcanzar “un refugio cordillerano, construido en formas cónica, al que se entraba como un caracol hasta dar con una estancia amplia, en la que cabían cómodamente hasta cinco jinetes con sus cabalgaduras. Allí encendimos un buen fuego con leña de keñua, leña i toro, y bebimos buen yerbiao”.
Hasta acá lo contado por Yupanqui. Veamos ahora la referencia de Don Jorge Calvetti en su ya mencionado libro “Escrito en la Tierra (1992), en el que aborda relatos de sucesos ocurridos a lo largo de 40 años de su vida, transcurridos en actividades rurales desarrolladas a lomo de caballo y mula, en sus pagos jujeños.
En el relato “Como Antes…” (pág. 39), al referir la reunión llevada a cabo un 25 de julio en el puesto de Doña Damiana, con motivo de honrar al “Tata Santiago” (imagen a la que vestía un poncho colorado), nos cuenta que después de la ceremonia y los rituales, “comenzó el mate con alcohol, porque hacía mucho frío”.
En otro pasaje de esos recuerdos, enmarcado éste con el título de “La Finca El Potrero” (pág. 95), que se desarrolla en los nevados de Castilla, campos de Abra de la Cruz, evoca cuando en una de sus andanzas: “Quedamos los dueños de casa, Genaro y yo. Colmó mi capacidad de asombro comprobar que comenzaron a servir yerbiaos y que como en aquel pasado remoto que todos secretamente recordaban, Genaro Silva se estaba emborrachando…”, por lo que deducimos que dicha costumbre matera no es pa’ cualquiera, y como quien dice, hay que ser de buen tomar, ya que sino puede pasarnos lo que a Genaro.
No es mucho lo aportado ni parece ser demasiado amplia el área de dispersión, pero las dos fuentes citadas son confiables. Estaríamos en los inicios de una investigación, referida a una costumbre matera, vinculada al norte jujeño, a la alta montaña y el frío.
Sin bien Yupanqui en el vocabulario de “El Canto del Viento”, dice: “Yerbiao: infusión de yerba-mate. Mate cocido.”, no parece el tal la alusión de sus relatos; en cambio Calvetti deja en claro que es “mate cebado con alcohol y agua”.
Indudablemente, un nuevo tema para dilucidar… mientras tomamos mate.
La Plata, 2 de Junio de 1999

(Publicado en Periódico “El Tradicional” de 6/1999)

viernes, 19 de julio de 2013

AMISTAD

Por el 20/7 y como un afectuoso saludos a todos aquellos que habitualmente visitan estas páginas:

Mi amigo: dicen que hoy es
tu día en el calendario,
pero para mí, a diario
es tu día, bien sabés;
no necesito que estés
a mi lado, consecuente,
ni necesitas, me siente
a tu lado a cualquier hora,
que la amistad es aurora
de amanecer permanente.
                                                           (25/05/94)

(Del libro “Diciendo en Décimas, 1997)

lunes, 8 de julio de 2013

GUILLERMO ALCIDES VILLAVERDE

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 6 – 23/04/2011
Con su licencia, paisano!
Acomodado en la cocina grande, junto a la venta para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si hablamos de “Poetas Criollos… y otras yerbas”.

Guillermo Alcides VILLAVERDE, nació en Pagos de Henderson el 15/05/1941.
Hasta los 18 años estuvo como peón en la estancia “San Carlos”, del paraje Estación María Lucila, ubicado entre Henderson y Bolívar (Buenos Aires).

Tras la baja del servicio militar hacia 1964, se establece en La Plata, donde su afición al canto, la guitarra y la danza, hace que rápidamente se vincule al movimiento folclórico local, volcándose decididamente hacia las expresiones de cuño tradicional.
Su afán por difundir la conciencia tradicional lo llevó a ejercitar su prédica criolla desde los micrófonos de ésta Radio Universidad, con “Guitarreando en la matera”, junto a Francisco Chamorro (1971) y “Del saber popular” -éste con Hugo Guerrero”- (1972), como así mismo. “Por los Pagos Cuyanos”, “De mi país y su gente”.
Radicado en Misiones, entre 1980-1986, en LT 13 Radio Oberá, crea y conduce “Palpitando la ciudad” y “Del tango y otras milongas”.
Siempre se dio un tiempo para la composición poética, sea ésta en décimas, o con forma de “huella”, “gato” o “triunfo”.
Con un estilo liso y gaucho, sentencioso y campero, ha compuesto temas que han recorrido su propio camino de la mano de buenos cantores criollos que también los llevaron al disco, como p. ej. : “Huella de los reseros” por Suma Paz al igual que Santiago Lettieri; “En el rodeo de tus ojos” (estilo) por Francisco Chamorro y también Rodolfo Jáuregui; “Pago Viejo” (milonga) por Santiago Lettieri; “El de San Carlos” (triunfo) por Alberto Merlo, y además Juan Tear quien también grabó la milonga “Escarciando”.
Asimismo, con el guitarrista y cantor Carlos Parisotti, entre otros temas han compuesto: “De punta y hacha” (palito), “De mi flor un gajo” (ranchera), “De mi rodeo” (huella), “Tus ojos engañadores” (término) y “La orejana” (chacarera), los cuatros primeros grabados por el cantor en su trabajo “Surerías”.
Sus versos -entre otros medios- han aparecido en Revista “Pa’l Gauchaje” y el Boletín de la AAET.
Algunos premios literarios, son: 1º Premio Certamen Literario Dción. de Cultura Municipalidad de Ensenada, 2003; 3º Premio Certamen Canción Folclórica Sureña “Peña Abel Fleury”,  Dolores, 2004 y 1º Premio Certamen Canción Folclórica Sureña “Peña Abel Fleury”,  Dolores, 2005.

Reside en la ciudad de Ensenada, Buenos Aires, y está próxima la aparición de su primer libro “Cantares y Contares”.