miércoles, 27 de febrero de 2013

GUILLERMO HOUSE - ese escritor que pocos conocen


“El Último Perro” se titula una novela aparecida en septiembre de 1947 publicada por Emecé Editores S.A., que en el término de cuatro años produjo siete ediciones, y que recibió el Primer Premio Nacional de Literatura correspondiente al trienio 1945/47. A seis años de su aparición se decía sobre el particular: “El Último Perro constituye el máximo acontecimiento registrado en las letras argentinas durante los últimos tiempos, con sus ediciones sucesivas y el éxito de público sin precedente alcanzado, que le otorgan proporciones indiscutidas de indisputado best-seller”. Sí, leyeron bien, aunque la palabra no suene nuestra, hace ya sesenta años se la tildaba con un extranjerismo que remite a las más vendida, la más leída, la mejor. Curioso, no? para una obra criolla.
Y por si esto fuera poco, su atrapante texto sirvió para que se transformara en película, siendo un éxito del cine argentino, en tiempos que nuestra cinematografía tenía un esplendor ponderado en esta parte de América. Le correspondió a Hugo del Carril encarnar al mayoral de diligencia -personaje central de la novela-, en el film que dirigió Lucas Demare.
Pero… y su autor? ¿Qué sabemos de él? En realidad, poco, muy poco…
Su nombre: Guillermo House, así el que aparecía en las publicaciones, pero… era un seudónimo que camuflaba al verdadero Agustín Guillermo Casá, quien había nacido en Buenos Aires el 9/02/1884, en el hogar de Adela Nicholson y Agustín Casá.
Sabemos también que su profesión era la de militar, habiendo ostentado el grado de Teniente Coronel.
Casado con María Mercedes Mulleady, se prolongó en tres hijos: Teresa, Agustín y Guillermo, teniendo establecida su residencia sobre Avda. Santa Fe en la ciudad Capital.
Sus otros hijos, los literarios, fueron muchos, algunos son: “Del Llano y la Montaña” -cuadros, semblanzas y consejos de tierra adentro- (1922); “Alma Nativa” -ensayos, cuadros y evocaciones- (1923); “Cuentos Argentinos” (1935); “El Ocaso de los Gauchos” (1938);  “El Paisaje en la Sangre” -una edad novelada- (1938); “La Tierra de Todos” -novela- (1944); “El Último Perro” -novela- (1947); “La Sombra Aquella” -pequeña novela- (1949); “El Fortín de los Hombres sin Miedo” -cuentos- (1954); “Anselmo Coronel” -novela- (1955).
Hasta aquí diez obras; pero… Carlos Paz en su elogiable “Efemérides…”, le adjudica otros títulos, de los que desconocemos el contenido y la fecha de edición: “Romance de la lluvia mansa” y “Clotilde Gamarra”.
Su laureado “El Último Perro” está situado en tiempo de los malones, de campo abierto, de postas y galeras; de tiempos en que había que tener bien puesto el coraje para adentrarse en esa pampa que no nos pertenecía.
Si nos guiamos por el bosquejo editorial, el libro “describe la vida áspera, fatigosa, llena de peligros, de un núcleo reducido de hombres y mujeres, reunidos por la fatalidad en un lugar desolado, en la mitad de , la Posta de Lobatón. La diligencia es otro de los protagonistas de esta historia. Su llegada y su partida son como movimientos del secreto corazón de la Posta, cuya vida se renueva con su presencia. Pinta con hondura, y en su obra se trasluce el misterio la trascendente monotonía de la pampa, pocas veces tan penetrantemente captados por un libro”.
Por nuestra parte decimos que en todos sus libros House demuestra una pluma realista, veraz en sus relatos y descripciones, mostrándose como un hombre muy conocedor de la vida paisana y los sucesos históricos, porque si lo que cuenta es pura creación literaria, bien que como él dice puede ser la narración de un hecho histórico. La lectura de sus textos atrapa y mágicamente traslada al lector al tiempo y el lugar del suceso.
De lo que tenemos visto su último libro puede haber sido “Anselmo Coronel”, novela gaucha ambientada en circunstancias parecidas a las de “El Último Perro”.
A nuestro entender tiene una dedicatoria que juzgamos magistral; dice Envío En El Tiempo: A los “guasos” de caballería, siempre en la vanguardia. A los infantes, firmes, con las chuecas como loro… A los gauchos de mi tierra campa. A todos aquellos que hicieron la Patria, conquistando el desierto”.
 Cierto que “con el diario del lunes” todos somos sabios, pero creo ver en lo transcripto, como una despedida, como una reverencia a los antecesores en la vida de armas, como un homenaje a los admirados gauchos que retrató en su pluma.
Fue un escritor “enamorado de las cosas nobles de su tierra a la que, desde la niñez , aprendió a querer entrañablemente”.
La lectura de su “Anselmo Coronel”, apasionante y atropellada, nos hizo pensar que estábamos viendo una película; así de patente su relato.
Llegará un día (llegará?), en que los editores (privados u oficiales), comiencen a reeditar éstas y tantas obras de otros autores que -a veces- solo conocemos los que estamos en esta materia, como una forma de revivir grandes autores sin tener que buscar buenas plumas allende los mares o cruzando fronteras; será también una forma de reafirmar nuestra identidad.
Pronto se cumplirán 50 años, de aquel 21/09/1962, en que a los 78 años, Don Guillermo House o Don Agustín Guillermo Casá, inició el viaje hacia el silencio.
Aventuramos que quizás su profesión militar fue un tanto incompatible con su actividad literaria, y de allí la falta de información, de notas, de artículos que de él hablen. 
Sea esta evocación nuestro agradecimiento y modesto homenaje a, “ese escritor que pocos conocen”.

La Plata, 30 de abril de 2012


(Publicado en Revista "De Mis Pagos" - digital - Nº  44)

sábado, 23 de febrero de 2013

OMAR J. MENVIELLE


LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 44 – 11/02/2012
         Con su licencia, paisano!
        Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si hablamos de “Poetas Criollos… y otras yerbas”.

OMAR J. MENVIELLE  u Omar Javier Menvielle, tal su nombre completo, nació el 9/02/1897 “en el 
porteño barrio de la Concepción”, siendo sus padres Da. Manuela Baldomera Sánchez de Boado y Don Juan Menvielle, hacedores de un hogar que alumbró 6 hijos. Por parte de madre descendía de D. Juan  Sánchez de Boado, quien tomó parte activa en las invasiones inglesas y financió “un batallón de gallegos”, siendo su bisabuelo Don Domingo Sánchez de Boado, Tnte. Cnel. y Comandante de Caballería en Chascomús.
Omar Menvielle según su amigo
Cacho Marenco
Su padre, francés de origen bearnes, fue un fuerte inversor en campos, por lo que llegó a tener 4 grandes estancias: “Los 4 Pozos” en Olavarría, “El Porvenir” en Ayacucho, “El Mataco” en Bragado y “La Tribu” en Rauch, más una propiedad en la ciudad capital. Y si bien su nacimiento fue en ésta, quizás se debió a una cuestión sanitaria, ya que inmediatamente se trasladan a la estancia de Olavarría, donde hemos visto, están fechadas las tarjetas de invitación a su bautismo.
La conocida como ‘crisis del año 30’ llevó a la quiebra a Don Juan, y Omar -que por entonces cursaba tercer año de medicina-, fue requerido por el padre, para que junto a otro de sus hijos, se encargaran de liquidar los bienes de manera de ir saldando las cuentas. Cinco años de ardua vida campera le insumió a los dos hermanos dicha misión, cumplida la cual Omar se estableció en Buenos Aires, empleándose en YPF, y casándose en 03/1934 con Raquel Inés Nieto Garralda, de cuya unión nació un hijo que llevó su nombre, que fue veterinario y también poeta, aunque siempre mezquinó sus versos.
Parecería ser que joven, la vida de campo lo motivó a volcar al papel sus versos, con mucha precisión y conocimiento, con un dominio absoluto de todo lo atinente a la vida rural vinculada a las tareas ecuestres; justamente por eso, es que en tiempos de sus primeras publicaciones se lo bautizó “El poeta del caballo”.
Nos contó su hijo y por eso nos animamos a repetirlo, que fue un ‘famoso parador’, hombre de salir caminando con el cabresto en la mano en una rodada, situación que a veces provocaba encarando un campo arado a través.
Supo contar que fue “Los Medinas” el verso que lo hizo conocido entre el gauchaje, a lo que nosotros le agregamos que en él hay casi un autoretrato, ya que su apellido, era a veces simplificado por los paisanos, transformándolo en “Medina” (nombre más de afín a sus conocimientos), y motivo quizás también, para que en alguna de las viñetas con que Marenco lo ilustró, aparezca si figura paisana, chanza en secreto que se jugaron como amigos, ya que el caso no está aclarado en el libro, y me fue indicado por su hijo.
A propósito, su primera publicación se llamó “Albúm Gaucho” y apareció hacia 1942 con ilustraciones de Jorge Daniel Campos, conteniendo unos 12 versos, los que prácticamente volvieron a repetirse más otros 14 nuevos, en el libro “Relinchos”, con una  edición en 6/1962 y una 2da. en 7/1964, en la que consta que el mismo había merecido “Premio del Ministerio de Educación y Justicia a la producción regional en la especialidad. Región Pampeana, trienio 1960/62”. Toda una curiosidad tal distinción para con un libro tan gaucho.
Pero si ver cualquiera de sus libros es hoy una curiosidad, una curiosidad más grande es que una firma consignataria de Azul, “Carlos R. Azcona y Cía S.A.”, reeditó para repartir entre clientes y amigos, el libro “Relinchos” y “De Mi Marca” de Pedro Risso, desconozco si en forma facsimilar o no.
Supo tener por Chascomús un rancho para disfrutar su ocio, y en ocasión de que se remataran pertenencias que allí había, nos contó un pajarito que nuestro amigo Juancito Oar, arreó con los horcones, como grato recuerdo, pa’ su querencia.
Omar Menvielle, falleció hace 45 años, el 15/04/1966, a los 69 años.
                                                                                                   La Plata, 8/02/2012

lunes, 18 de febrero de 2013

CARLOS CASTELLO LURO

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro Nº 69 – 04/08/2012
Con su licencia, paisano!
        Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si hablamos de “Poetas Criollos… y otras yerbas”.

CARLOS ADOLFO CASTELLO LURO (“Cacho”).  Nació  en  Puán  el  12/08/1928.
                                     Orgulloso de sus raíces de criollos de pura cepa, allí formó su hogar junto a Nora Zanetti, convirtiéndose con el tiempo en padre y abuelo.
Argentino hasta el tuétano, reflejó su sentir e inquietudes a través de la poesía criolla, el ensayo y la investigación histórica. Hombre de formación autodidacta, era tan exigente para con los cultores del género como para con sí mismo.
Si bien su nombre recorrió camino de la mano de sus composiciones poéticas, fundamentalmente de ese “Pelajes Entreverao” que lo hermanara a D. Atahualpa Yupanqui, no llegó a publicar un compendio de sus poesías; sí publicó en el rubro novela, donde hacia 1996 dio a conocer “Los pocos y los muchos”, en la que -con conocimientos de primera mano- relata acabadamente las vicisitudes de la vida agraria de los años 40, aproximadamente; novela que fechó en su pueblo en 1992
 Como nada de lo que tenga que ver con la cultura le era ajeno, ejerció el periodismo, habiendo publicado entre 12/1971 y 1/1975 (3 años), un periódico quincenal del que aparecieron 31 números, y que denominó “La Voz de Puán”, cuyo lema era “la pluma es la espada del alma”, expresión cervantina.
Supo en vida del reconocimiento, como que en 1969 recibió “La Flor de Cardo” de parte de la “Fiesta de las Llanuras” de Cnel. Dorrego; en 1986 estuvo ternado para el “Premio Payador” de LS 11 Radio Provincia de Bs. As., y en 1998 recibió la “Distinción Trayectoria” de la Asociación Argentina de Escritores Tradicionalistas, entre otros reconocimientos.
Ocupó la función pÚblica en su pueblo natal donde ejerció como Director de Cultura.
Su decir poético suena sentencioso hasta cuando trata cosas simples; su voz es grave, su conocimiento criollo es grande y preciosista en cualquier forma de verso que adopte.
Además del ya citado Yupanqui, grabaron obras suyas: Alberto Merlo, Fco. Chamorro, Santiago Lettieri, Atilio Reynoso, Claudio Agrelo, Jorge Berón.
Afectado de neumonía se había trasladado para su tratamiento a la ciudad de Bahía Blanca, donde complicaciones de su salud devinieron en problemas cardiovasculares, falleciendo en la madrugada del 2 de julio a la edad de 79 años. Sus restos fueron trasladados y descansan en el Cementerio de su ciudad natal.
En coincidencia su cumpleaños, el año pasado se le rindió un homenaje que organizó Cultura de Puán y su familia, abriendo el acto la palabra de su amigo Carlos Difulvio.