lunes, 20 de agosto de 2012

DON JUSTO P. SÁENZ (h), ese "gaucho"


El 28 de mayo del año en curso (2000), se cumplen 30 años del fallecimiento de uno de los escritores que más aportó y más brilló en el campo de las letras de sabor costumbrista del pasado siglo, nos referimos a Don Justo P. Sáenz (h.), quien por entonces contaba con 77 años de edad.
Si bien provenía de una acomodada familia de vida urbana como que su padre era un banquero, fundador y dueño del Banco Popular Argentino, descendiente de ilustre familia como que el Presbítero Antonio Sáenz -fundador de la Universidad- era su tío abuelo; reconocía la ascendencia criolla de los “tatarabuelos y choznos, los Zamudio y Villamayor, verdaderos señores rurales, varios de ellos cabildantes o alcaldes de primer voto durante el Virreinato, que desde antes de 1750 poblaron en los partidos de Las Heras y Navarro, a la sazón ‘Pago de la Matanza’…”, como él mismo supiera contar.
Como aspecto anecdótico referimos -copiando a Cáceres Freyre-, que en su primera infancia (1893) a raíz de una enfermedad de su madre fue amamantado por una ama de leche que era aborigen pampa.
Si bien sus primeras versificaciones datan de los años de sus estudios secundarios en el Instituto Libre de Segunda Enseñanza (época en que a los 17 años escribió las acreditadas décimas de “La Carrera” que vieran la luz recién en 1930 al publicarse en ‘Caras y Caretas’), su primera colaboración literaria fue el ‘relato entrerriano El Lobizón’ que se diera a conocer en la antes citada revista en junio de 1927, pero firmado con el seudónimo “Higinio Cuevas”; contaba para entonces 34 años, por lo que podríamos decir que su inicio oficial con la literatura se produce siendo ya un hombre hecho.
Quizás la buena repercusión obtenida por esas rimas o por consejo de algún buen amigo, lo incitaron de allí en más a usar su propio nombre, y es que así firmado, en el mismo medio gráfico aparece a principios de octubre del mismo año su poesía -también de tono entrerriano- “El Regalo”, y ya a fin de ese mes, pero en el Suplemento Literario de La Nación, su primer trabajo en prosa titulado “A Uña de Caballo”, un cuento. De allí en más su participación en la vida literaria será continua hasta el fin de sus días, como que dos meses antes de su fallecimiento enviaba un trabajo inédito para ser publicado en la Revista Camping, que apareciera póstumamente.
A los tres medios gráficos ya citados, agregamos como receptores de sus múltiples trabajos: La Prensa, Selecciones Folklóricas Códex, Boletín de la Asociación Folklórica, Cuadernos de Buenos Aires, Anales de la Sociedad Rural Argentina; las revistas El Caballo, Jockey Club, Aberdeen Angus, Nativa, Vincha, Señuelo, Raza Criolla, El Hogar, La Carreta, Martín Fierro, etc. etc.
Su primer libro, “Pasto Puna”, aparece publicado por Casa Peuser y con prefacio de Martiniano Leguizamón, en l928. A éste le seguirán “Baguales” (1930), “Cortando Campo” (1941), “Equitación Gaucha en la Pampa y la Mesopotamia (1942), “El Pangaré de Galván” (1953), “La destreza de los de nuestra tierra – gauchos argentinos” (folleto, 1965), “Los Crotos” (1967), “Pampas, Montes, Cuchillas y Esteros” (1967) y “Blas Cabrera” (1970, póstumo).
Por otro lado digamos que son cuantiosas sus charlas y conferencias que se mantienen como material inédito.
Por no haber tenido la dicha de conocerlo y tratarlo, y por carecer mi expresión de peso académico, recurro a la opinión de su amigo, discípulo y admirador, J. Cáceres Freyre, cuando dice: “Justo poseía las más exquisitas dotes del gran señor criollo: una encantadora sencillez y humildad y un don de gentes, bondad a toda prueba, que desde el primer momento cautivaban y predisponían a quien lo trataba (…) había heredado las mejores tradiciones del porteño viejo: campechano, servicial, discreto, cortés con damas y caballeros, y sobre todo hospitalario y leal hasta en los más mínimos detalles.”
Meticuloso en la observación y el estudio, pudo concretar una obra que resulta única en su género, el libro “Equitación Gaucha”, con el que obtuviera el Primer Premio de Literatura y Folklore Regional, otorgado por la Comisión Nacional de Cultura, publicación que adicionalmente le brindara la distinción de ser elegida como obra de estudio por la Facultad de Filosofía y Letras. Y ya que hablamos de premios no podemos dejar pasar la acotación del memorioso Don José María Prado, cuando apunta que su novela “Los Crotos” recibió el Primer Premio del Concurso Bienal “Ricardo Rojas” de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.
Pero no solo se dedicó a la creación literaria y la investigación, ya que también participó en la dirigencia de instituciones intermedias, y así resulta que fue Presidente de la Sociedad Argentina de Estudios Lingüísticos, miembro de C. D. de la Asociación Amigos del Arte Popular y también de la Comisión de Homenaje a Aimee F. Tschiffely, como asimismo socio de la Asociación de criadores de Caballos Criollos.
Respecto de sus estudios agregamos a los secundarios ya aludidos en el párrafo cuarto, que cursó en la Facultad de Derecho, de donde egresó con el título de escribano. Sobre este particular, en entrevista que personalmente mantuviera en 1994 con María E. López de Oberti (viuda del también notable investigador, Don Federico), me refería que dicha carrera la había cursado  en la entonces joven Universidad Nacional de La Plata, y que ya profesional habría ejercido la misma en la Escribanía de César Iraola y también en la Alcaidía de Menores de la Policía.
Volviendo a su obra, dijimos que en los trabajos de investigación era meticuloso -obsesivo, podríamos agregar-, y en la creación (cuentos, novelas, poesías), un autor de trazo ágil y ameno, de una actitud y condición descriptiva y formadora de una atmósfera que transforma el texto en atrapante y a la lectura en un hecho cada vez más intenso. Todos sus escritos dan la idea de ser sucesos reales, y uno tiene la sensación de estar escuchando un relato de boca de un viejo gaucho.
Hablando de relatos, digamos que su producción poética -que no es demasiado abundante-, tiene un nivel y una calidad auténticamente criolla, de allí que con nombrar solo dos o tres gana el derecho a integrar la más selecta antología, y sino recordemos su “Relato de un Mayoral”, “El Overo de Aguilar” o aquella citada al principio, “La Carrera”.
Don Justo -o Justito como cariñosamente lo llamaban sus allegados-, había nacido en Buenos Aires el 19/12/1892, y sus nombres completos eran Justo Pedro Sáenz Quesada.
Pero para la definición final convoquemos a nuestro amigo y maestro, Don Carlos Antonio Moncaut, quien mucho nos ha guiado e informado sobre el admirado escritor, quien escribió y opinó que fue “Justo P. Sáenz (h), el más grande sabedor, fidedigno y documentado de todo tema vinculado con nuestro pasado del campo criollo, un testigo atento de esa época, que aunque reciente, ya es un pasado que no volverá; alguna vez al preguntársele cuando había comenzado su afición por lo nuestro, contestó que desde muy niño; que debía ser algo que tenía en la sangre, algo atávico”.
Por lo expuesto es que nos animamos con aquello de: “Don justo P. Sáenz, ese gaucho”.
La Plata, 29 de Abril de 2000
(Publicado en Revista De Mis Pagos Nº 11, de 6/2000)

5 comentarios:

  1. muy buena la nota, "El lobizon" es la misma que canta Jorge Soccodato? esa que dice : ya van pa seis meses que gane los montes, desde aquel mal dia que me desgracie...
    Abrazo
    Javier

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  2. Si, y si no me equivoco, da como autor a "Higinio Cuevas"

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  3. Si alguno pudiese pasarme la letra de la carrera le agradeceria la gauchada, dejo mi mail por si acaso zgoncconstanza@gmail.com
    muchas gracias

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