miércoles, 22 de febrero de 2012

LUIS CARLOS PINTO ¡Defensor del Gaucho!

Al comenzar a hojear el ejemplar Nº 78 de “El Tradicional”, nos llevamos la sorpresa de toparnos con la reproducción facsimilar de la página de la publicación “La Opinión” de Avellaneda, del 13/07/1943, en la que José Roberto Del Río y Luis Carlos Pinto, retrucan un artículo de Pedro Julio Echagüe titulado “Sobre el gaucho”, publicado por entonces, en Revista Atlántida.
El Escribano José Roberto Del Río, hombre de Avellaneda, ha sido un aplicado panegirista de José Hernández.
Luis Carlos Pinto -porteño él-, ha sido un apasionado defensor del gaucho, actitud esta que lo llevó a publicar cantidad de comentarios, artículos y libros abordando el tema.
Esta condición nos hizo intuir que la mayor responsabilidad en la carta aludida recae sobre Pinto, y así queda demostrado en las primeras páginas de su segundo libro, donde dice que “Del Río, espíritu amplio, sincero y desinteresado tradicionalista” firmó la carta solidariamente.
Cuatro meses antes de la misma -03/1943- con el sello de la Editorial y Librería “El Ateneo”, salía de las prensas de los Talleres Gráficos Chiesino, en Avellaneda, su primer libro: “El Gaucho y Sus Detractores (Defensa de las tradiciones argentinas – Reivindicación del gaucho)”, con 214 nutricias páginas.
Don Manuel A. Bo, un amante de las tradiciones gauchas, costeó la publicación del libro, y Don Eleodoro Marenco, desinteresadamente arrimó un trabajo para ilustrar la portada.
Hemos rastreado que ya desde 01/1934 Pinto venía publicando artículos periodísticos, siendo su tema primario la obra hernandiana: “Desagravio al lenguaje del Martín Fierro”, “El lenguaje del Martín Fierro”, “Martín Fierro y la lucha de clases”, “Martín Fierro en la literatura social en la Argentina”, son títulos que valen de ejemplo.
Desconocemos cual era la actividad de este autor, pero por los dichos de Del Río lo sospechamos abocado a los estudios gramaticales, hasta que, vaya a saber por qué, tocado por las vicisitudes del “gaucho”, se aplicó a su estudio e investigación confiado y convencido que en él, defiende “el espíritu vivo de la tierra”.
En su libro primogénito Pinto apunta todo su saber en la reivindicación del gaucho, al que siente agraviado por una serie de conferencias del historiador Emilio A. Coni a quien cita irónicamente como “el autor académico”.
Dice que en esas charlas que tenían el pretexto de “contribuir a la historia del gaucho, solo consiguió expectar toda su fobia antigaucha y anti ruralista en forma rencorosa, obcecada, descomedida y grosera”.
La réplica es minuciosa, tema por tema, reflexión por reflexión, casi podría decirse palabra por palabra, para lo cual desbroza las acusaciones y supuestos, e ilustra evocando las voces de un amplio espectro de escritores e historiadores que aludieron al gaucho.
Antes de los dos años publica otra obra reivindicatoria, en este caso “El Gaucho Rioplatense frente a los malos historiadores” (118 páginas), y acá sus certeros dardos apuntan a las elucubraciones de Enrique De Gandía.
Responde la obra a la conferencia brindada por el historiador ya citado, con motivo de una Exposición Plástica del Martín Fierro montada en los salones de Casa Kraft, en 08/1944. Nos dice Pinto que “En esa tribuna, levantada para rendir culto a la argentinidad y hacer profesión de fe tradicionalista, uno de los oradores, el señor Enrique De Gandía, lanzó contra el gaucho, su vida y su historia, todas las diatribas que el prejuicio y el odio hacia el personaje hayan podido imaginar.”
La lectura atenta y analítica de ambos libros es un ejercicio recomendable para los defensores de la imagen del gaucho y cultores del tradicionalismo.
Por otro lado, fue Pinto un abanderado en la defensa y construcción de un “Idioma Nacional Argentino”, diferenciado del heredado de España.

Hombre y Obra
Luis Carlos Pinto nació en la Ciudad de Buenos Aires el 11/10/1904, en el hogar de Concepción Mastroberti y Pascual Pinto, que alumbró doce hijos. Sabemos también que hacia la década del 50 residía en la calle Inclan 3447 de su ciudad natal.
Estuvo estrechamente vinculado, primero a la Agrupación Bases de La Plata, y luego a la Federación Gaucha Bonaerense, embrión originario del movimiento tradicionalista organizado; también fue asiduo colaborador de la Revista “La Carreta” del Círculo “Leales y Pampeanos” de Avellaneda, y por último partícipe con la Sociedad de Escritores de la Provincia (SEP).
Su obra, prácticamente inhallable hoy, se completa con:
- La Lengua Nativa (1953)
- Crítica del Purismo Idiomático (1955)
- Don Segundo Sombra, sus críticos y el idioma (1956) -Refuta aquí a Manuel Gálvez-
- La Taba Rioplatense (1959)
- La Bota de Potro. Un auténtico calzado rioplatense (1961)
- El Trabajo en América desde la época precolombina (1962)
- Entre Gauchos y Gaúchos (1963) -Réplica a Arturo Capdevila-
- Juan María Gutiérrez -ensayo biográfico- (1965)
- Autoctonía del Gaucho Rioplatense (1967)
- Idas y Venidas con Martín Fierro – 1º Serie (1967) y 2º Serie (1968)

También ha sido amplia su actividad como conferencista y articulista de distintos medios. Le hemos encontrado intensa actividad hasta el año 1975, en que -hombre setentón-le perdemos el rastro.
Digamos para cerrar intentando una definición, que fue un encendido polemista, un escritor de retruque, que no dudó en publicar refutando a nombres acreditados en el ambiente literario argentino; por eso fue que el estudioso santiagueño Don Domingo Bravo lo denominó “escritor nativista, de batallador acento polémico”.
La Plata, 8 de julio de 2007
Nota: Al artículo reproducido por El Tradicional en el número anterior, le siguió un opúsculo de doce páginas publicado por la Agrupación Bases con el título de “Ofensa y Defensa del Gaucho”, que incluye el texto del artículo de Echagüe y también el de la “defensa” que firma un nutrido grupo de hombres de la cultura tradicionalista (46 en total), entre los que, a más de los miembros de “Bases”, se encontraban Justo P. Sáenz (h), Juan A. Althaparro, José Montero Lacasa, Eleodoro Marenco, Ernesto Ezquer Zelaya. Continúa una rectificación del propio Echagüe, y las disculpas de Constancio C. Vigil por la editorial, y cierra una nota de la Oficina de Prensa e Informaciones de la Presidencia de la República expresando el desagrado por lo publicado.

(Publicado en la Revista "El Tradicional" Nº 80)

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