martes, 24 de enero de 2012

COMBATE DE SAN ANTONIO DE IRAOLA

Porque involucra a antiguos vecinos de estos “Pagos”, y porque estamos en un nuevo aniversario, vamos a historiar ligeramente el llamado “Combate de San Antonio”, librado el 13/09/1855 -hace 156 años-, entre Guardias Nacionales al mando del Cmdte. Cnel. Nicanor Otamendi, y caballería indígena del Cacique Yanquetruz.
Para ubicar al oyente, digamos que tras la caída de Rosas en 1852, se rompe la delicada paz que aquel mantenía con sus tratados con las distintas tribus del llamado “desierto”. Así, tras el desastre de Sierra Chica en que la ambiciosa expedición con la que el Cnel. Emilio Mitre pensaba escarmentar a las tribus, sufrió la humillación de la derrota total a manos de Catriel, Calfucurá y Cachul, todo el “desierto” levantó sus lanzas como nunca antes.
Con el afán de encontrarle un remedio a la situación, se le ordenó al Gral. Hornos (sobre quien en cualquier momento hablaremos pues sus restos descansan en el cementerio local), que preparara su ejército en Azul, con la intención de batir hacia el sur de la provincia, abriendo abanico a este y oeste. Estando en eso, y sabiendo que el campo se movía y mucho, ordenó al Cnel. Nicolás Otamendi, que al frente de un cuerpo de 128 plazas de Carabineros de Guardias Nacionales, se adelantase en observación. Éste sale desde Azul, siempre bajo la atenta vigilancia de descubiertas indias que no le perdían pisada, y que a medida que se aleja de esa base de operaciones comienzan a acosarlo con mayor insistencia. Así, al atardecer del día 12/09 llegan a la Estancia “San Antonio”, de José G. Iraola, donde ante la cada vez más comprometida situación, ordena parapetar hombres y animales en el gran corral de palo a pique, distante algunas cuadras de la población principal, decidido a resistir y dar combate, esperando recibir refuerzos. Es así que poco después, en la madrugada del día 13 la gente de Yanquetruz ataca de firme, mandando los caballos por delante desplazando a los lanceros como infantes, pudiendo así llegar a la empalizada sufriendo menos bajas, y comenzar el combate cuerpo a cuerpo; a todo esto, los montados de los soldados, totalmente enloquecidos por la gritería infernal, el estruendo de las armas y el revuelo del combate, atropellaban sin control al no poder escapar del corral. Como resultado del combate, 126 hombres murieron, salvándose un “trompa” que es llevado cautivo, y un soldado apellidado Roldán, que gravemente herido, fue dado por muerto, quien recuperado narró lo sucedido.
Entre los muertos estaban el Capitán Cayetano de la Canal y su hijo, el Tnte. 1°, Pedro. Ambos descansan en una pequeña y siempre pulcra bóveda del Cementerio de Magdalena, donde una placa de mármol, según el lenguaje y abreviaturas de la época, reza: “Aquí descansan los restos del Capitán de Gs. Ns. Dn. Cayetano de la Canal é hijo Dn. Pedro de la Canal Teniente 1° del mismo escuadrón murieron peleando valientemente con los Salbajes de la Pampa en San Antonio ala Cabesa de su Escuadrón el día 12 de octubre de 1855 este benemérito y buen amigo murió a los 48 años siete meses y su hijo a los 24 dos meses. Su esposa é hijos y demás deudos le dedican este recuerdo pa. que inmortalise su memoria y valiente comportación”. (Por error se ha grabado ‘octubre’ en lugar de septiembre).
El escritor Oscar Julianelli, en su historia novelada “Un grito en el desierto”, supone el momento de la muerte de nuestros héroes narrado por el soldado sobreviviente, de este modo: “Vi morir al Capitán De la Canal alcanzado de un bolazo en plena frente. Nunca podré olvidarme de esto puesto que el hijo, también soldado, vio al indio que había matado a su padre y se le tiró encima con una furia y rabia increíbles. Tenía tanto odio y tantas ganas de venganza encima, que el salvaje, a pesar de ser mucho más grande, no aguantó ni un minuto; tres sablazos cruzados y un montón de patadas acabaron brutalmente con él. Después, un lanzazo por la espalda acabó con la vida del joven De la Canal”.
El sitio del combate, se encuentra a 5 kms. de la actual ciudad de Benito Juárez.
Vale agregar, para ubicar al oyente, que este Capitán De la Canal había nacido en 02/1807, siendo su padre Juan José de la Canal Rivero, Tnte. Alcalde del “Pescado” y luego Juez de Paz, ubicándose este sitio a la altura del Km. 16 de la actual Ruta 11, en el arroyo de tal nombre. Fue su madre Micaela Gómez de Saravia y Ponce de León, quien le dio 7 hermanos.
Por su parte, el Capitán estaba casado con María Ramírez, con quien tenía otro hijo, Victorio, a la postre, fundador de la ciudad de Necochea.
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Como los laureles deben llevárselos quienes hicieron los méritos, decimos que hemos extraído estos datos, de: “Callvucurá y la dinastía de los Piedra”, de Estanislao Zeballos; “Catriel y los indios pampas”, de Alberto Sarramone, y de los estudios genealógicos de Don Roberto De la Canal -de Chascomús- que quizás nos esté escuchando.

La Plata, 8 de septiembre de 2011

("Poetas Criollos... y otras yerbas" - Micro Nº 25 - Aud. "Canto en Azul y Blanco" - Radio Univ. Nac. de La Plata)

COMBATE DE SAN GREGORIO

El 3/02/1852, hace casi 160 años, Urquiza, tristemente aliado a tropas de Uruguay y Brasil, coaligadas en el llamado Ejército Grande, derrota en la Batalla de Caseros a Juan Manuel de Rosas poniendo fin a su gobierno.
Cumplido este objetivo, la clase dirigente de Bs. As. (por llamarla de algún modo), no se veía representada por el vencedor y los gobernantes designados, y así, tras agudos vaivenes, bajo la inspiración del Dr. Valentín Alsina, en septiembre/1852 se produce la llamada “Revolución del 11 de Septiembre”, y a fines de octubre Alsina es electo gobernador, e inmediatamente envía tropas para tratar de impedir el funcionamiento del Congreso Constituyente.
El despertar de diciembre viene apareado con la sublevación que en la Villa del Luján encabeza el prestigioso Cnel. Hilario Lagos, quien pone sitio a la ciudad de Bs. As.
Estos son, en trazo grueso, los antecedentes que desencadenan el “Combate de San Gregorio”, que tuvo su acción el 22/01/1853, y que cuenta como uno de sus jefes al Cnel. Pedro Rosas y Belgrano, en esta circunstancia opuesto a Lagos, a pesar de la ‘cuasi’ amistad que los vinculaba.
Pedro Rosas y Belgrano había nacido el 29/07/1813, siendo hijo no reconocido del creador de la bandera y de María Josefa Ezcurra, hermana de Encarnación, la esposa de Don Juan Manuel de Rosas, con cuya familia se crió como hijo adoptivo, habiendo tomado el apellido de su protector, para quien fue más que su propio hijo Juan Bautista, como que lo acompañó en la vida rural y militar, habiendo sido de adolescente uno de sus escribientes.
Rosas y Belgrano, que tenía desde el gobierno anterior, su asiento en Fuerte Azul, con tropas del centro, sur y este de la provincia, más una columna de 500 indios tapalqueneros, se pone en movimiento hacia la ‘boca del Salado’, donde debían incorporársele refuerzos enviados por barco. Otros jefes son: el Cnel. Agustín Acosta, el Cap. Pedro de Retolana, el Cmdte. Nicanor Otamendi, el Tnte. Cnel. Dalmiro Otamendi y el Cnel. Matías Ramos Mejía, a los que a último momento se suma el Cnel. Faustino Velazco, el soldado de mayor experiencia militar de todos los nombrados; boliviano de nacimiento, a los 13 años había sentado plaza en el Regimiento 2 del Perú cuando las luchas de la Independencia Sud Americana. Y a éste, Rosas y Belgrano entrega el mando.
Con el objeto de observar los movimientos e interrumpir el avance, Lagos ha despachado al Cnel. Juan Francisco Olmos, un avezado jefe unitario fogueado en muchos entreveros y hombre por demás rudo en su trato.
El 21/01 ambas fuerzas se sitúan en los campos de “San Gregorio”, nombre del puesto de la “Estancia Juancho” de la familia Miguens, entre las lagunas “La Abrazadora” y “Potrerito”, y el arroyo “Las Piedritas”.
En la tarde del 22, la vanguardia de Olmos embiste las guerrillas de Velazco, y mientras los indios tapalqueneros sostiene las cargas enemigas, el enfrentamiento es parejo, pero cuando estos son cortado del resto de la División, cunde el desbande sin haberse llegado a un choque decisivo. Han transcurrido unas tres horas.
El Cnel. Velazco, sin compasión de Olmos es pasado a degüello lo mismo que el Cap. Retolana, y Acosta muere ahogado al intentar bandear “El Salado” en desesperada fuga. Rosas y Belgrano se entrega prisionero y su vida fue salvada por intermediación de la diplomacia extranjera y el aprecio de algunos jefes vencedores.

Indudablemente pesaron los apellidos.
A un año de la acción, marcaban el lugar los cuerpos insepultos de las víctimas de aquel choque.
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Dos o Tres Curiosidades

En dicho combate tuvo su bautismo de fuego un joven de 18 años llamado José Hernández, que formaba en las partidas que habían bajado de la zona de Sierra de los Padres, el que 20 años más tarde publicaría la historia gaucha de “Martín Fierro”, cuya primera edición financiaría Zoilo Miguens, casualmente miembro de la familia propietaria del campo en que se desarrollaron las acciones.
La otra particularidad está dada porque ese 22/01 se extravió en el campo de combate, un caballo que sería famoso parejero: el criollo “Pangaré Buey”, nacido en la “Estancia Tamanquiyú” de Lobería, propiedad del Cnel. Benito Machado, el que después de ser ‘cuartero de diligencia’, fue descubierto como veloz parejero en una esquila en la estancia de Ford, y de allí en más ganador e imbatible en todos los tiros.


("Poetas Criollos... y otras yerbas", micro Nº 41 - Aud. "Canto en Azul y Blanco" - Radio Univ. Nac. de La Plata)